El servicio de prensa del Gobierno regional envía cada tarde a todos los correos electrónicos de los periodistas asturianos una completísima agenda con el surtido de actos que protagonizarán al día siguiente los dirigentes de la Administración, del presidente abajo hasta los directores generales. Tal relación pormenorizada da sensación de mucho dinamismo. Una sensación, como se dice en este Gobierno, de mucho impulsar Asturias. Bajan flotando por la agenda convocatorias sin cuento ni calibre: desde la inauguración de una gran autovía o un nuevo hospital al estreno de un cuarto de caleya o la puesta en servicio de un fonendoscopio. El objetivo es, precisamente, marcar la agenda informativa del día; pintar la pista para que todos corramos por ella, no dar tiempo a pensar, ir por lo segao. Se busca atiborrar de previsiones las páginas y los minutos de radio o televisión. Creo que eso se estudia en las facultades de Periodismo. O algo así.

Pero tampoco hay que quitarle méritos. La agenda del Principado es también un saludable ejercicio de transparencia de la Administración regional. Y por eso precisamente resulta una verdadera lástima que no haya aparecido aún la convocatoria de una rueda de prensa de cualquier alto cargo de la Consejería de Administraciones Públicas (una denominación muy al caso) para ofrecer explicaciones (públicas) sobre la supuesta administración (privada) que una jefa de servicio hacía de unos contratos adjudicados a la empresa Implans Mounts, de la que ella misma era accionista y administradora única.

Una pena. Por ese cristalino desfile de políticos en agenda impulsando a diario esta región no vimos pasar una explicación igual de cristalina sobre los negocios que presuntamente se hicieron en dependencias públicas y con dinero de todos. Si LA NUEVA ESPAÑA no hubiera detallado qué había pasado, aquí paz y después gloria. Desde la Consejería no sólo no se ofreció detalle alguno. Ni siquiera se comentó el hecho en sí. Chitón.

Puede alegarse que, de puertas adentro, la consejera Migoya fue impecable-implacable: que suspendió a la funcionaria y remitió el asunto al fiscal. Puede alegarse que el caso está en el ámbito judicial y que hay que respetar la presunción de inocencia de la funcionaria. Pero ¿no se merecen los administrados una explicación? Apretar el esfínter, esperar a que pase este pequeño ciclón «Xynthia», no parece política honesta. Si se ponen las cartas boca arriba y la casa a ventilar, todo el mundo puede entender que una oveja negra le sale a cualquiera, aunque hubiera sido oveja de confianza. De lo contrario, al mostrarse tan reticentes a destapar el caso, alguien podría pensar que querían ocultarlo al ojo público. Podría pensarse, incluso, que cuando no vienen maduras el transparente acristalado del edificio de servicios múltiples del Principado se va entintando y ocurre como en los coches tuneados: que no se sabe muy bien quién va dentro, ni qué está haciendo en realidad.