El socialismo asturiano vive momentos convulsos. La crisis en la agrupación de Siero y la pérdida de la Alcaldía del cuarto municipio más poblado de la región han abierto una grieta en la organización que va más allá de la situación interna del partido en el concejo sierense. Lo sucedido en las últimas semanas tiene un trasfondo político de calado regional. Siero ha sido el campo de batalla de una guerra que alguien en el PSOE asturiano busca que alcance a los órganos regionales del partido. Algo que es difícil, pero no imposible, según han coincidido en reconocer a este periódico varios dirigentes regionales socialistas. Aunque, eso sí, nadie pone en duda que -salvo enorme sorpresa- las posibles escaramuzas no van a llegar a ningún lado y que el actual secretario general de la Federación Socialista Asturiana (FSA) continuará controlando el partido y será, con casi toda seguridad, el candidato a la Presidencia del Principado el próximo año.

Después de años de paz interior -al menos de puertas afuera-, la FSA ha entrado de nuevo en fase de ebullición. El sector del SOMA, el que gira en torno a algunas importantes agrupaciones de las comarcas mineras y al líder sindical José Ángel Fernández Villa, ha aprovechado el proceso de elección del candidato socialista a la Alcaldía de Siero -tras la dimisión de Juan José Corrales- para lanzar un órdago a la dirección regional del partido, órdago que va más allá de lo defendido por la ejecutiva de la FSA en este Ayuntamiento.

El PSOE y el Grupo Socialista sierenses se rompieron en dos, se resquebrajaron. El SOMA fue por un lado y las direcciones local y regional del partido, por otro. Hubo expulsiones de representantes del grupo «minero» y un punto final: la pérdida de la Alcaldía, regalada al PP, que hasta prácticamente el último día no había hecho nada por conseguirla.

En la FSA todo el mundo sabe que en el sector del SOMA no se mueve nada ni nadie sin el permiso de José Ángel Fernández Villa. Si Julio Carretero -su hombre en el Ayuntamiento de Siero- se plantó y no permitió que Ángel García «Cepi», el elegido por la dirección socialista, fuese el candidato a la Alcaldía -lo que implicó el haraquiri del PSOE- no hay duda de que fue con el visto bueno de Villa. A Carretero lo había colocado en el número dos de la lista en una comida en Argüelles con Corrales, y ahora, el siguiente paso, tras la dimisión de éste, era colocarlo de alcalde. Ésta es la versión de la ejecutiva regional de la FSA. Los villistas aseguran por su parte que se intentó un acercamiento para evitar la confrontación en Siero y que el propio Javier Fernández cerró la puerta.

Probablemente el máximo responsable del SOMA tenía previsto este contratiempo. Lo valoró y decidió seguir adelante con su envite, y así hacerse valer y dejar patente su descontento con la forma de actuar de Javier Fernández. Es la única conclusión lógica que se puede sacar del espectáculo dado por los socialistas, de uno y otro lado, en el cuarto municipio asturiano.

Desde hace meses las relaciones entre el secretario de la FSA y el líder del SOMA no son buenas, sino cada vez más tensas. Algo que no deja de ser paradójico, ya que precisamente Villa fue el padrino político de Javier Fernández, a quien hace diez años convenció, primero, para que se presentase como candidato, y luego, le catapultó a la secretaría general de la FSA. Todo ello en uno de los momentos más críticos vividos por el Partido Socialista en Asturias en las últimas décadas, con el presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, por un lado, y el partido, por otro, con una imagen pública de toda la organización por los suelos. Por un escaso margen de votos en la confrontación con Álvaro Álvarez ganó Javier Fernández, quien a partir de ese momento, y para rebajar la tensión, buscó un acercamiento a Álvarez Areces, una tregua que le permitiera al PSOE recobrar la confianza de los asturianos y también que les hiciera olvidar escenas como las protagonizadas no sólo por los socialistas sino también por el PP durante el Gobierno de Sergio Marqués, un Ejecutivo durante muchos meses en clara minoría parlamentaria y sin partido, tras el enfrentamiento con el por aquel entonces vicepresidente primero del Gobierno, Francisco Álvarez-Cascos.

Fernández Villa siempre ha reprochado a Javier Fernández su excesiva condescendencia con Vicente Álvarez Areces. El hombre fuerte del PSOE en las Cuencas era partidario de haber procedido al cambio de candidato al Principado en los comicios de hace tres años -incluso en los anteriores-, algo que ni siquiera se llegó a plantear en los órganos de decisión del partido al no estar dispuesto Javier Fernández a dar el paso en ese sentido. En la composición de listas electorales también hubo discrepancias entre ambos políticos. Personas cercanas a Villa resaltan que éste está «muy dolido» con el secretario general de la FSA, quien, dicen, le ha ido alejando de su equipo de máxima confianza, acusación que rechazan de plano desde las filas «javieristas».

En el seno de la dirección de la FSA no entienden lo que ha pasado últimamente para que Fernández Villa haya adoptado una posición tan beligerante. Postura crítica que se hizo más notoria una vez que Javier Fernández dejara patente su predisposición a ser el candidato a la Presidencia del Principado en 2011. No encuentran argumentos que justifiquen el no disimulado acercamiento del SOMA a Álvarez Areces -su enemigo natural durante las últimas décadas-, lo que le llevó incluso a dejar entrever la posibilidad de buscar junto a los arecistas una solución a la grave crisis de Siero.

«En estos momentos las cuencas mineras no tienen peso suficiente para sacar adelante sus propuestas; aunque se aliaran con los seguidores de Areces, quedarían muy lejos de lograr este objetivo», coincidieron en señalar a este periódico varios dirigentes del partido. Los propios representantes del sector del presidente del Principado reconocen que actualmente Javier Fernández tiene un respaldo muy mayoritario dentro del partido y que si, como parece, es propuesto para encabezar la lista autonómica, su candidatura, salvo una gran sorpresa, saldrá adelante sin problemas. Estos dirigentes calculan que el SOMA no cuenta con más de un 20 por ciento de apoyos en el partido, valoración ésta que, por supuesto, rechazan de plano desde las agrupaciones de las comarcas mineras controladas por Fernández Villa, que sostienen que están por encima del 25%.

Alguna persona de confianza de Javier Fernández destaca que en este divorcio con Villa quizá tenga algo que ver la circunstancia de que en 2011, por primera vez, un secretario general de la FSA puede acabar convirtiéndose en presidente del Principado. Nunca antes, durante los tiempos más avasalladores del SOMA, había sucedido esto.

De lo que no cabe ninguna duda es de que tras estos tiras y aflojas entre Fernández Villa y Javier Fernández hay algo más que política. O, al menos, los principales protagonistas de la historia lo viven como algo también personal.