A Tomás Roncero le calentó la cabeza el psicoesteta Ramiro Fernández. El peluquero asturiano de la selección española reeditó en la testa del periodista del «As» una exhibición capilar que estuvo muy de moda en los años sesenta y setenta y que consiste en quemar el pelo. Explicaba el psicoesteta que había nacido (tal quemado) para acabar con la calvicie, aunque no certificó el milagro. Sí dijo, en cambio, que daba fe de que fortalecía las puntas en pelos finos. Tomás Roncero, gran madridista, luego hombre de gran cociente intelectual y gran alma, sólo acertaba a decir al comienzo del «corte»: «La madre que me parió». Pero rápido se calmó ante las sabias manos del peluquero . Aquella cabeza ardía suavemente porque el peine de Ramiro hacía de perfecto «apagafuegos». A Roncero, que ya sabe lo que es agarrarse a un «clavo ardiendo», le cambió el tono. Su cabeza empezó a olerle a pollo y comenzó a relajarse definitivamente, y a convencerse de que no sería necesario utilizar el extintor que los cachondos de sus compañeros habían puesto al lado por si las moscas (o las llamas). Ramiro triunfó y salió entre aplausos. Y eso que hubo cierta tensión en los prolegómenos, ya que no aparecía el alcohol para chamuscar el cabello de Roncero. Pero el peluquero, que anteriormente había definido pelos y personalidad estética de Kaká, Casillas, Guti o Cañizares, contaba con un ayudante de peluquería de postín: el redactor de «La Gaceta» y colaborador de este periódico, Miguel López Serrano. Por fin apareció el alcohol y se puso en marcha aquella moda sesentera.

¿Y dónde hizo Ramiro Fernández tal corte de pelo a Roncero?, anteayer en «Punto pelota», ahora mismo el gran show deportivo de la televisión. Sombreros fuera ante Josep Pedrerol, que es quien dirige orquesta tan compleja sin que se le tuerza una nota. Y eso que todos los que hablan lo hacen a toda voz y sin esconder la camiseta de su equipo, con las cartas boca arriba. Como tiene que ser. Pues eso. «Punto pelota», para futboleros (y peluqueros) con garra.