Álvarez-Cascos dice sentir ahora «más preocupaciones» sobre el rumbo de Asturias y del país que en 2004, cuando abandonó la política, puesto que «empieza a estar en quiebra y a ponerse en duda el Estado de Derecho y Libertades que creíamos consolidado».

El ex vicepresidente del Gobierno con José María Aznar inició su entrevista en la Cope rememorando las claves del éxito de 1996. Según el gijonés, el partido no debe temer los riesgos ni los cambios, y debe apoyar «los valores contrastados», porque en política «sólo hay que descontar los éxitos». Puso como ejemplo el fracaso de las europeas de 1989, que decantó al partido hacia un «candidato ganador, como era José María Aznar, que había ganado las elecciones de 1987 en Castilla y León».

También indicó que el partido debe «explotar la experiencia», y defendió el estilo que él mismo marcó como secretario general, y que le valió el apodo de «general secretario». Para Cascos, «no se puede funcionar con eficacia repartiendo pasteles y sonrisas todos los días», sino siendo «exigente y riguroso», lo que a veces a corto plazo «no genera demasiadas simpatías». Sin embargo, «con el paso del tiempo, esos pequeños incidentes y tensiones derivados de la exigencia se convierten en elementos de unión, afecto y amistad».

Para Cascos, «el PP tiene mejores mimbres» que cuando él accedió a la dirección del partido en 1990. «Por eso los dirigentes del PP tienen una especial responsabilidad».