Oviedo, R. L. MURIAS

La Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) no quiere ni oír hablar de guerra abierta ni con los comercios, ni con los restaurantes ni con las comisiones de fiestas. La entidad asegura que cobra «sin problemas» a la mayoría de los establecimientos asturianos que utiliza música registrada, toda la que suena, básicamente, ya que sólo quedan exentas aquellas piezas cuyo autor lleve muerto setenta años o las de composición espontánea. El recibo de los derechos de autor va de los 6,50 euros al mes que deben pagar de media algunos pequeños comercios a los 120 por banquete de menos de 75 invitados o los 1.500 que calcula algún hostelero.

Muchos han sido los comerciantes que advierten de que apagarán sus radios si el recibo de la SGAE aparece por debajo de la puerta y también hay tres restaurantes en Asturias que se dedican a la organización de eventos y banquetes que llevan tiempo sin pagar. Ellos lideran la batalla. Dicen que es «injusto» e incluso alguno está inmerso en un proceso judicial con la Sociedad General de Autores. Lo cierto es que las tasas de la SGAE varían mucho en función del uso que se haga de la música. Así, en un restaurante que organiza banquetes se cobra a partir de 120 euros por celebración, porque se considera que la música es imprescindible para desarrollar esta actividad, al igual que ocurre en una sala de fiestas o en una discoteca. Este precio varía ligeramente en función de los metros del local. Lo que para unos es un precio razonable, para otros es una cantidad abusiva.

Toma la palabra José Manuel González, hostelero de Laviana con más de cuarenta años de trabajo a sus espaldas, para hacer sus cuentas en voz alta. «A mí el recibo de la SGAE, si lo pagase, me supondría unos 1.500 euros al mes», asegura. González se ha convertido en el gallo de pelea contra los autores y dice que no parará hasta que «todos los restaurantes de España se movilicen conmigo y rompan su contrato con la SGAE», concreta. De momento, ha encontrado el apoyo de otros dos establecimientos, que tampoco pagan.

Las comisiones de festejos que organizan verbenas, por su parte, destinan el diez por ciento de su presupuesto al recibo de la SGAE, los autobuses deben pagar una media de 1.275 euros por cada vehículo para poner la radio sin infringir la norma. En lo que se denomina «amenización de carácter secundario», es decir, en aquellos establecimientos donde el uso de la música no se convierte en imprescindible para realizar el trabajo diario, por ejemplo las cafeterías, el recibo de la SGAE ronda los 25 euros al mes. En las peluquerías, farmacias y pequeños comercios se paga una media de 6,50 euros mensuales. En los mítines también se cobra por cantar «La Internacional».

Aunque, según la SGAE, los asturianos hacen frente a sus pagos sin mayor problema, la guerra contra Autores se percibe en la calle y en los establecimientos. Además, hay que tener en cuenta que existen otras siete sociedades más que también pasan una factura similar para cobrar los derechos de imagen de los creadores, de los arreglistas, de los actores, de los intérpretes... Ángel Arenas, presidente de la Asociación de Gimnasios de Asturias, explica que él en su negocio ya está pagando a esas siete sociedades y que sabe que «en poco tiempo vendrá a pasar el recibo la siguiente y no queda otra que abonar. Pago por la música principal, por la secundaria, por las televisiones, por todo», remata. De todas las sociedades de gestión, dice Arenas, «por lo menos la SGAE es la más legal, porque vienen por aquí, miran lo que tienes en el negocio, miden las dimensiones y calculan. Otras, como la Agedi (Asociación de Gestión de Derechos Intelectuales), que integra a la AIE (Artistas, Intérpretes o Ejecutantes), y que cobra derechos intelectuales, ni se presentan, pero pasan la factura igual».

El que seguirá luchando en los tribunales es José Manuel González, que asegura que en su local «no se pone música registrada, ya advierto a las orquestas: aquí, "Paquito el Chocolatero" no suena», asegura el hostelero. González dice que a la SGAE «sólo le interesa cobrar y le da igual cómo, pero lo que no se puede consentir es llegar a pagar 1.500 euros al mes por poner música, porque así se hunde cualquier negocio». González y la SGAE ya se han visto las caras en los Juzgados más de una vez y de momento ni han llegado a un entendimiento ni se han acercado posturas. «Yo no les debo nada y encima me metieron un detective privado en una boda para grabar la música y el banquete, cuando eso es un acto privado», asegura el hostelero, que ya ha advertido a su equipo de trabajadores. «Ahora, cuando veo a alguien grabando voy para allá como un tiro, aunque sea el padre de la novia», aclara. Lo cierto es que, guste o no, la SGAE cuenta con el respaldo del Ministerio para pasar factura a todos los establecimientos que hagan uso de música registrada, otra cosa es que muchos no opten por el silencio antes de pagar.