Presidente del Instituto de la Energía de España

Gijón, M. CASTRO

Manuel Acero nació hace 72 años en Madrid, pero sus orígenes y su corazón están en Asturias. Hijo, nieto y bisnieto de asturianos de zona vaqueira (su madre es de Ponticiella y su padre de Parlero, ambos en Villayón), desde su infancia ha veraneado en Asturias, las últimas décadas en La Isla, hasta que se construyó una casa en Caravia. Ingeniero de profesión, fue entre otros cargos presidente de la sociedad nuclear española y vicepresidente de la europea. En su larga trayectoria puso en marcha y dirigió la central nuclear de Cofrentes. Hasta marzo fue el decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales. Ahora preside el Instituto de la Energía. Es un apasionado del prerrománico asturiano, estilo artístico que se dedica a estudiar sobre el terreno durante sus vacaciones y del que hace acopio de libros especializados. Manuel Acero García ofreció este jueves una charla en el Ateneo Jovellanos de Gijón.

-Su pasión por el arte contradice el estereotipo de ingeniero que tienen muchos arquitectos.

-Es un error. Ingeniero viene de ingenio, no del «engine» (máquina) inglés, que es lo que se nos atribuye. Yo he sido director de una central nuclear y claro que trabajé con máquinas, pero he usado más el ingenio basado en conocimiento que otra cosa. En la carrera nosotros no estudiábamos para memorizar. Luego hice un máster en Estados Unidos y allí arrollaba, como haría cualquier compañero de curso. Era imposible aprobar una sola asignatura de la carrera aunque supieras el libro de memoria. Tenías que razonar y entender. Y eso es lo que en el trabajo, cuando estás en una nuclear, te permite resolver los problemas.

-Las palabras fallo y nuclear juntas causan cierta alarma.

-Las nucleares están diseñadas para soportar fallos.

-¿Y las fugas que se han producido en ocasiones?

-La única en los últimos tiempos ha sido la de Ascó. Y la fuga de Ascó se debió a un mal control de elementos, porque no se recogieron materiales debidamente. Pero la radiactividad no afectó al exterior. Lo que salió allí fue una radiactividad ridícula. Yo me pongo del lado del ciudadano y comprendo la preocupación, pero no tiene por que temer accidentes más graves. El primer mérito de una central nuclear es que se asume que las cosas tienen fallos y hay que prever cómo evitar que esos fallos trasciendan al exterior. Yo he trabajado años en una central nuclear, y aquí me tiene. Y ya estaba calvo cuando entré en ella.

-¿Y los residuos?

-¿Usted ha visto alguno?

-Espero no verlo nunca.

-¿Y cuánto CO2 cree que respira al día? Cantidad. Los residuos nucleares, en cambio, están confinados y concentrados. Su volumen es mínimo comparado con residuos de otro tipo y su toxicidad muy por debajo de la de otros residuos, como el mercurio, que los generan muchas industrias que no están sujetas a los controles de las nucleares.

-¿Qué le parece la política del Gobierno de cerrar nucleares?

-Felipe González, Almunia y Solana estaban diciendo que no había que cerrar Garoña, al igual que los técnicos, y Zapatero la cerró. España se está equivocando al apostar sólo por las energías renovables. Tenemos un déficit tarifario que anda por los 16.000 millones de euros, que lo pagamos todos indirectamente mediante impuestos, y lo único que se les ocurre es decir que van a apagar nucleares, cuando la energía nuclear es, con datos en la mano, la más barata. Y también es la única solución viable a la dependencia energética de España.

-¿Y qué opina del boom en los últimos años de los ciclos combinados?

-Ahora están en números rojos. Se apostó por estas centrales de gas porque se construyen rápido y son baratas comparadas con la inversión que requiere una central nuclear. Pero a la larga la energía nuclear compensa porque el combustible es el más barato que hay. Además, la construcción de ciclos combinados no ha supuesto un desarrollo tecnológico en España, que sí se dio con la energía nuclear. Muchas empresas españolas exportan ahora componentes de centrales nucleares a Estados Unidos y a otros países.

-Pero los vientos políticos soplan contra la energía nuclear.

-Pero no hay quien la pare. No hay más que echar cuentas. Y no lo digo por la crisis económica actual, sino por la crisis que viene, que es la del aprovisionamiento de fuentes de energía. Estados Unidos está abriendo 12 nucleares nuevas, China 30.

-¿Puede explicar por qué en el Magreb se están proyectando centrales nucleares?

-Sobre todo en Marruecos y en Túnez, porque tienen fosfatos y el uranio se puede extraer de los fosfatos. El 75% del fosfato mundial lo tiene Marruecos. Y por eso Sarkozy ha ido allí, para ver si puede meter la nariz su industria.

-Comenzó hablando de la carrera en sus tiempos. ¿Cómo ve la Universidad actual con Bolonia?

-Yo soy un profundo defensor de Bolonia. Se hizo muy bien todo el proceso legislativo, pero ahora estamos pasando por un tema muy crudo, del que la semana pasada he estado hablando con altos cargos del ministerio: Las universidades, para captar alumnado a veces ofrecen duros a cuatro pesetas. Una ingeniería mecánica tiene 240 créditos, 60 por año. Como uno de los años es de uso exclusivo de cada universidad, en vez de profundizar en conocimientos de ingeniería mecánica imparten 60 créditos de ingeniería eléctrica y así ofrecen titularse en dos especialidades, pero sin la profundidad de conocimiento deseable.

-¿Y el sistema educativo?

-Necesita una revisión a fondo. Un problema para la Universidad es la baja preparación con la que ingresan los nuevos alumnos. Y eso se tiene que arreglar en Primaria y en Secundaria.