Las palabras son peligrosas, las carga el diablo. Sus varios significados parecen ir por separado, sin riesgo de choque, hasta que llega una esquina y ¡plafff! En la campaña inglesa se oponen Brown, que está ya muy hecho, y con síntomas de algo pasado, y Cameron y Clegg, que todo el mundo dice que aportan frescura, o que tienen un aire más fresco. Este asunto ya es sospechoso, pues hay pescado fresco que aguanta tiempo y lo hay que se pudre en dos días. Pero la doble acepción de fresco debe ponernos sobre aviso. ¿Podría ser que candidatos que se mueven con tanto desparpajo y soltura sean en realidad unos frescos? No digo que así sea, pero podría. Cada día se nos aparecen en la vida sujetos seductores, ágiles, juveniles, sueltos, con don de gentes, y la mitad de las veces al final resultan ser unos frescos. Brown al menos no engaña: está seco, tieso y duro como cartón piedra.