Oviedo, J. E. MENCÍA

Varios dirigentes locales y regionales del PP en Asturias -hasta siete fueron pulsados ayer por este diario- han comenzado a levantar un dique para contener la «marea» del casquismo que, a tenor de sus opiniones, no pasaría de leve oleaje. El grupo, autodenominado «renovador», integraría las sensibilidades de algunas de las juntas locales más importantes -entre ellas, Gijón, Avilés, Mieres, San Martín del Rey Aurelio, Aller, Navia, El Franco, Vegadeo, Tineo, Pravia, Parres y Colunga- y estaría buscando un candidato alternativo a Francisco Álvarez-Cascos de cara a las próximas elecciones autonómicas, que se disputarán en poco más de un año. Entre los nombres que se barajan en este sector para optar a la Presidencia del Principado: Pilar Fernández Pardo, Joaquín Aréstegui y Salvador Garriga.

La corriente aúna los intereses de las agrupaciones que han rechazado firmar el manifiesto para exigir a Mariano Rajoy, líder nacional del partido, que postule a Álvarez-Cascos como candidato en Asturias y no descarta nuevas adhesiones. «Pese a que los impulsores del manifiesto aseguran contar con el apoyo del 80% de las juntas locales, lo cierto es que nosotros sumamos entre el 40 y el 45% de los 1.030 compromisarios que participaron en el último congreso regional, una cifra que fácilmente podría superar el 50% si el voto es secreto», aseguran las fuentes pulsadas, que aclaran sus cálculos: «Muchas firmas del escrito casquista se lograron bajo presiones más que reprochables y la mayoría de las personas, incluidos los alcaldes, ha firmado a título exclusivamente personal y en situaciones comprometidas».

El grupo, integrado por dirigentes que se mueven entre los 40 y los 50 años, enarbola la bandera de la renovación y asegura que su posicionamiento encaja perfectamente con las líneas de trabajo marcadas por Génova, «que viene manteniendo una clara apuesta por la renovación y la búsqueda de perfiles nuevos, tal y como se ha podido ver en regiones como Cataluña, Baleares, País Vasco, Galicia o Extremadura». Estas fuentes aseguran que Madrid, que hasta ahora no ha avalado la posible candidatura de Cascos y ha llegado a tildarla incluso de «rumor», considera que una lista encabezada por Cascos sería «una involución, sobre todo, si no tiene vocación integradora». «Nuestra intención es diseñar una alternativa estable que sume más que reste, algo que la opción de Cascos no está logrando, en buena medida no por su culpa, sino por la de sus colaboradores en Asturias», apuntan.

Varios dirigentes coincidieron ayer al señalar que Álvarez-Cascos podría ser un candidato perfecto en Asturias «si planteara las cosas de otra manera». «No puede venir aquí y arrasar con todo lo que hay, o es que piensa gobernar con Isidro Fernández Rozada, Pelayo Roces, Reinerio Álvarez Saavedra, Cristina Coto y Luis Peláez, el fundador de URAS. Si cree que el solo gana las elecciones, adelante», sostienen, «pero lo lógico es que hiciera el mejor equipo». «La trayectoria de Cascos merece todo el respeto por su trabajo y su valía, pero su equipo en Asturias y las formas que vienen empleando sus integrantes son malísimas, sólo conducen al desastre y esto tiene pinta de acabar como el rosario de la aurora», subraya otro de los dirigentes consultados ayer, que remata: «No pensarán ganar las elecciones con la gente que es incapaz de ganar los congresos locales».

El sector «renovador» destaca que los casquistas están saltándose a la torera todas las normas del partido. «Además, qué valor tiene una firma lograda presionando entre tres a una persona, a traición, al final de una comida». Dos de los líderes locales pulsados sostienen que «los casquistas están volatilizando cualquier posibilidad de gobierno dando bazas al PSOE y dejando en muy mal lugar al candidato que lidere la lista electoral: con su actuación parecerá que si no viene Cascos cualquier otro será una basura». «Los precedentes son muy preocupantes», afirman en referencia a la crisis en el partido a finales de los noventa por el choque entre Cascos y Marqués. «Y todo indica que aquí lo único que se trata es de hacer daño al partido cuando tiene opciones de gobernar», añaden. Para casi todos ellos, la recogida de firmas de los casquistas es «la mejor prueba de que no han logrado su objetivo». «Querían aclamación, pues esto está muy lejos de ser aclamación, la mitad del partido no ha firmado y eso que lo fácil era firmar y lo que exigía valor era no hacerlo. Hace meses que Cascos pidió que lo llamaran y aún no lo ha llamado nadie, está claro ¿no? Esto es un esperpento galáctico».