Director de Next Limit Technologies y ganador de un «Oscar» por la creación del simulador de fluidos

Oviedo, Javier BLANCO

Para que el lector se haga una idea del simulador de fluidos creado por Víctor González y la empresa que dirige, Next Limit Technologies, sólo hay que revisar la escena de la lava del volcán de la tercera entrega de «El Señor de los Anillos» o el agua que se vertía en la última gala de los «Goya», presentada por Buenafuente. Víctor González estuvo el viernes en Oviedo dando una conferencia en FENA Business School, una charla cuyo título era muy estimulante para los nuevos emprendedores: «Cómo triunfar en Hollywood desde España». Víctor González apuesta firme por el I+D+i, la innovación como motor y generador de ideas. En esta entrevista con LA NUEVA ESPAÑA cuenta cómo se creó su empresa y explica el mundo de los efectos digitales en el cine, vertiente por la que logró un «Oscar» técnico en 2008 por la creación del primer simulador de fluidos. De los efectos digitales confiesa que le impresionó la cara de «Benjamin Button» y la forma de dirigir «Avatar».

-¿Cómo prefiere que le reconozcan, como director de Next Limit Technologies o como ganador de un «Oscar»?

-Me gusta hablar de la idea de la empresa y su crecimiento. Nació de una idea de dos personas, ahora somos 35. Pero se trataba de crear un producto, un producto que empezamos a vender en el mundo de los efectos digitales. Es casi un camino dentro de un camino en el mundo de la tecnología.

-¿La empresa nació para hacer efectos digitales?

-El primer objetivo era hacer informática, productos software. Desde la Universidad, y en casa, hacíamos cosas. Nos gustaba la simulación en general, la de fluidos puede tener un componente más técnico y artístico. Sí que observamos ese espacio donde no había nada: hacer fluidos. El arranque comenzó con eso pero nos gusta todo lo que tiene que ver con los efectos. Podía ser el pelo o la piel, pero los fluidos eran cercanos para nosotros y comenzamos por ahí.

-¿Y qué es un fluido?

-Decir un fluido es algo filosófico, algo que fluye. Desde el punto de vista de la ingeniería hay ecuaciones que definen sus comportamientos, la matemática clásica. Esas ecuaciones que se han ido traduciendo en algoritmos matemáticos que pueden ser programados y metidos en un ordenador y desde ahí, con cálculos, pueda reproducir ese movimiento, pero no es que el ordenador de repente sea inteligente. Tiene una potencia de cálculo que puede hacer muchos por segundo. Lo que no se podía resolver antes ahora lo hace el ordenador, pero siguen siendo vigentes las ecuaciones. Ese es el comienzo, leyes que le damos al ordenador para que genere un comportamiento de que algo fluye. Ponemos un millón de pequeños elementos, puntos, partículas y todo ese movimiento del millón de partículas generan algo que parece un fluido.

-¿Cómo se aprecia eso en una película?

-Se genera primero una simulación más técnica en la que sólo se verían un millón de puntos. Eso parece un fluido, pero no está acabado. Luego pasa un proceso de acabado relacionado con la textura y la luz; para que algo parezca agua tiene que moverse como el agua y verse como el agua. En la gala de los «Goya» había un efecto de inundar que era nuestro.

-¿Usted contacta con el director de la película para la que trabaja su empresa?

-No. Nosotros vendemos un producto desarrollado en software. Nuestros clientes son empresas especializadas en efectos. No estamos tan cerca de la dirección de la película. Por ejemplo «Avatar» o «Benjamin Button» pueden trabajar con diez o quince empresas de efectos digitales y algunas de esas son clientes. Nuestra relación es con empresas que buscan un efecto en particular para una parte del filme que no tiene nada que ver con otra.

-¿Le piden algo en concreto?

-Algunas veces nos preguntan si podría hacer el efecto que les interesa.

-¿Los efectos digitales son el presente y el futuro visual?

-Históricamente siempre hubo efectos, aunque somos de la hornada de los efectos digitales; los efectos siempre han existido. El cineasta tenía que simular el accidente de trenes o el edifico que se quemaba. El ordenador es lo nuevo, no quiere decir que el efecto digital es algo innovador en el cine. Eso abarata los costes y permite hacer cosas más ambiciosas. Por ejemplo, crear un mundo virtual como en «Avatar». Todavía se usan maquetas, el ordenador no reemplazó el uso de maquetas para explosiones o similares.

-Dijo James Cameron que se acabaría con los actores.

-Parece que va en esa dirección, no lo sé. En «Avatar» han dado un paso, aunque es un humano el que rueda y luego se transfiere a un actor virtual. Da la impresión de que puede haber un sistema. Hablamos de simular la inteligencia humana. Para eliminar a un actor protagonista queda tiempo, pero actores virtuales de fondo haciendo cosas casi, casi los tenemos ya. Hay un producto que se llama Massive, que permite simular actores virtuales. En «El Señor de los Anillos», cuando ves miles de personas en una batalla, esos personajes son virtuales pero se mueven automatizados, ya empiezan a tener cierta inteligencia.

-O sea, Massive es una fábrica de intérpretes...

-Crea efectos de cientos y miles de personajes que están un poco en el fondo. Pasa la cámara y ves ogros, monstruos o personas reales luchando... eso está automatizado. Nadie le dijo al muñeco lo que tiene que hacer, el sistema está haciendo cosas con una serie de patrones.

-Parece que tienen vida...

-Una medio vida, y cada vez más son los numerarios que están ahí detrás.

-¿Qué efecto le impresionó?

-«Benjamin Button», la cara es digital cuando es viejo; es un trabajo muy muy bueno. Y «Avatar» nos ha sorprendido. Es una estética visual muy personal, buscan una sensación visual. La característica principal es el modo de producción. James Cameron dirigía en tiempo real los personajes. Los actores rodaban con los trajes que les permite reproducir el movimiento que se llevó al ordenador y Cameron estaba dirigiendo en el mundo virtual, veía cómo se movían los personajes dirigiendo desde dentro. Ya era producción y posproducción junta. Dirigiendo más en el mundo virtual que en el real.

-¿«El Señor de los Anillos» es la que más prestigio le dio?

-El «Oscar» nos lo dieron por el producto. Luego hay películas como «El Señor de los Anillos», en la tercera entrega de la serie, en la que hicimos la escena del volcán, cuando salta la lava.

Víctor González es el director de la empresa Next Limit Technologies. Es la primera compañía española que logró un «Oscar» técnico, en 2008, por la creación del primer simulador de fluidos para el cine. Es madrileño e ingeniero naval. Junto a un amigo hizo, de una idea, toda una empresa tecnológica que ahora cuenta con 35 personas y que, entre otras actividades, ha trabajado con un deslumbrante universo de Hollywood en filmes del calibre taquillero e histórico de «El Señor de los Anillos», «300», «El curioso caso de Benjamin Button» o «Poseidón». Nex Limit es en estos momentos una de las empresas destacadas en la creación de software avanzado. Comercializa tres proyectos para simulación visual y científica: Realflow; el simulador visual Maxwell Render, y Xflow, otro simulador, en este caso para procesos de ingeniería. Además del «Oscar», la empresa ha recibido por su trabajos otros galardones, tanto científicos como cinematográficos.