Oviedo,

Raquel L. MURIAS

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) acaba de publicar un informe en el que se desvela que el 8% de los alimentos y piensos de la Unión Europea superan los niveles máximos de dioxinas permitidos; es decir, son tóxicos. Las incineradoras de quemas de residuos, como la que el Principado de Asturias quiere levantar en Serín, son las productoras de entre el 40 al 80% por ciento de este tipo de toxinas, según los expertos y epidemiólogos.

Este estudio, que fue encargado por la Comisión Europea, se llevó a cabo sobre una muestra de 7.000 alimentos, que se recogieron en los estados miembros de la Unión entre 1999 y 2008, incluida España. Este informe también aclara que aunque en menor proporción, también existen niveles de acumulación de dioxinas en otros alimentos.

La emisión de estas partículas es también uno de los principales argumentos que los ecologistas asturianos utilizan para rechazar la incineradora de Serían y, en este sentido, esgrimen varios estudios médicos y epidemiológicos que aseguran que aunque las dioxinas no causan problemas de salud inmediatos, sí que lo hacen a largo plazo. Entre las consecuencias más graves para la salud está el riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer. «Los casos de intoxicación alimentaria por dioxinas ya se conocen desde hace tiempo: esto viene a demostrar que la dioxina no se degrada, que nos llega por vía alimentaria y la mayor fuente de dioxinas y la más peligrosa es la incineración», afirma un portavoz de la Coordinadora Ecologista de Asturias. «No tiene sentido que en Asturias se apueste por impulsar la industria agroalimentaria y, a la vez, construir una incineradora», añade.

El horno que el Principado pretende colocar en Asturias para dar solución al final del vertedero de Serín, que según Cogersa se llenará en 2015, será el segundo más grande de España, sólo por detrás de la incineradora de Galicia. Asturias contará con una planta para quemar 420.000 toneladas al año.

Dicen los conservacionistas que los asturianos vivirán entonces sometidos a respirar toxinas que se acumularán en el aire y superarán los niveles permitidos por la UE. No hace muchos años que en Europa se registraron varios casos de intoxicación por dioxinas, como fue el caso de los pollos de Holanda, Bélgica y Alemania o del queso parmesano en Italia. Para evitar este tipo de contaminaciones por dioxinas la UE fijó en un reglamento los niveles máximos permitidos en piensos y productos alimenticios con el fin de reducir a menos del 25% la exposición humana a estas sustancias. Pero, a tenor de los resultados del último estudio, estos niveles siguen superándose en un alto porcentaje de alimentos. Fue el portavoz comunitario de Salud y Protección del Consumidor, Philip Tod, el que aseguró, tras la crisis de los pollos en Europa central, que las dioxinas producen «cáncer, deficiencias inmunitarias, alteraciones hepáticas, esterilidad y efectos sobre el sistema nervioso».

Sin embargo, no todo el mundo coincide con este rechazo a la incineradora por sus emisiones. La Universidad de Oviedo, que elaboró un estudio para analizar cuál sería la alternativa mejor para sustituir al vertedero de Serín una vez este se llene, según Cogersa en 2015, asegura que el nivel de dioxinas que emitirá la futura planta no será superior al que puede emitir un cigarrillo. Así lo manifestó Manuel Bao, químico de la Universidad de Santiago de Compostela y uno de los expertos que tomaron parte en este estudio.