El gran lamparón que le ha salido al sistema en el Golfo de México es una señal que debería ser leída así: come con moderación, y respeta las formas en la mesa. Atención, el sistema somos todos, no le echemos la culpa de forma hipócrita a la British Petroleum. La BP lo único que hace es palear a mansalva alimento para satisfacer nuestra gula insaciable de energía y de objetos mil fabricados a partir de petróleo. Tampoco vale decir que estamos enganchados al consumo porque los capos del sistema nos han metido en la droga. Entre el consumidor desaforado (en mayor o menor medida, todos) y la mancha del Golfo hay la misma relación, por poner un ejemplo, que entre machismo y violencia conyugal. Esa forma de comer que tenemos, metiendo la comida en la boca a puñados, sin saborear nada, para vomitarla en seguida y volver a atiborrarnos, es imposible que no nos deje perdidos de manchas.