Admitamos de una vez el hecho: nuestros grandes líderes nacionales son bastante pequeños, pese a su estatura física. Además creo que ellos lo saben, y por eso se cuidan tanto. Ni Zapatero ni Rajoy han intentado nunca entablar un poco de intimidad con la ciudadanía, bajando del atril, dejando a la gente ver el fondo de sus ojos y hablando con franqueza. Esa voz rotunda y campanuda del respetado habitante de Moncloa, ese discurso opositor estereotipado del otro son modos de protegerse, distancias para evitar el cuerpo a cuerpo con la opinión, como si temieran no dar toda la talla. Son dos personas decentes, rectas y de buena pasta, pero les falta altura. Sólo eso explica que no comprendan que el momento pide mucho más que un acuerdo de mínimos y que el país, o la nación, o la patria, o España, o la gente, da igual el nombre, debe estar por encima de cualquier estrategia de poder.