Catedrático del área de Dirección General del Foro Europeo

C. JIMÉNEZ

Javier Fernández Aguado, doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid, catedrático del área de Dirección General en el Foro Europeo, Escuela de Negocios de Navarra y presidente de la Asociación Internacional de Estudios sobre Management. El viernes habló en Gijón sobre la gestión de lo imperfecto como clave en la negociación empresarial, en las Jornadas de organismos de solución extrajudicial de conflictos laborales, organizadas por el servicio asturiano SASEC.

-¿Es posible realizar una gestión de lo imperfecto?

-Es un modelo de diagnóstico organizativo que diseñé en el año 2000 y desde entonces lo he empleado para más de 150 organizaciones en más de veinte países. Permite realizar una especie de analítica de una organización a partir de seis aspectos: el entorno, la estructura, las personas, uno mismo, la comunicación y los clientes, o, en el caso de la Administración pública, la relación con los ciudadanos. El modelo parte del principio de que no hay organizaciones perfectas, ni públicas ni privadas; sólo hay dos tipos de organizaciones: aquellas organizaciones imperfectas que lo hacen mal y se regodean de ello, y las que, diagnosticando lo que hacen mal, se enfrentan a sus imperfecciones para reducirlas.

-¿Válido en tiempos de crisis?

-Quizá más que nunca, porque esta crisis nos ha demostrado que equivocar alguna de las preguntas esenciales conduce al desastre.

-¿Qué sectores van a salir reforzados de esta crisis?

-Más que un sector, yo creo que es una facultad, que sería la del sentido común. A mí me gusta decir que a esta crisis se le puede aplicar aquello que decía el autor británico Lewis, utilizando la terminología teológica, de que el dolor es el altavoz que Dios utiliza para que el hombre le escuche. Yo traslado esa expresión al mundo de la economía y digo que la crisis es el altavoz para que empresarios, directivos, administración pública y, ojalá, también los políticos vuelvan al sendero del sentido común.

-¿A quién cabe achacar el origen de esa espiral decreciente?

-Hay un error grave en la estructura administrativa. En nuestro país viene originada por un lamentable diseño al intentar replicar un modelo estatal en 17 regiones. No hay economía que sustente eso y no se están tomando medidas por motivos ideológicos y por una carencia de preparación técnica en las personas que deberían afrontar esos cambios.

-¿Cuáles deben ser las cualidades de un buen líder?

-En el caso de los políticos, sería deseable que se les exigiera una preparación técnica equivalente al menos, si no superior, a la que se reclama para el nombramiento de un director general en una compañía, y, desafortunadamente, muchos de los políticos no superarían el aprobado en ese examen, ni siquiera para una empresa pequeña. Por tanto, poner en sus manos una organización tan grande como un país o, en algunos casos, una comunidad autónoma es lamentable y ahora estamos recogiendo los frutos de haber puesto en manos inapropiadas diferentes aspectos de temas muy complejos.

-¿Y del gestor empresarial?

-Tiene que ganar en perspectiva, aunque el nivel medio de los directivos en España es muy bueno. Contamos con una gran ventaja, que es la flexibilidad.

-¿Qué cabe aprender de esta etapa de incertidumbre?

-Muchísimas cosas. Una de ellas, que debemos elegir mejor a nuestros gobernantes, porque en los momentos en que todo va bien basta con sonreír para que las cosas vayan bien, pero en los momentos de incertidumbre necesitamos contar con gente preparada. La sonrisa o la continua alusión a pactos no resuelve problemas reales.

-¿El final de la crisis está próximo?

-Si se afrontasen las reformas precisas, sí. Si se continúa poniendo tiritas a una economía que tiene un cáncer, entonces no sólo no nos curaremos, sino que se agudizará. Ojalá que las personas que tienen en sus manos esas decisiones las afronten de una vez y seriamente, porque día que pasa, día que se acentúa el problema. Confío en que se imponga el sentido común sobre unas reformas que si no se hacen ya serán tan drásticas como en Grecia.

-¿Qué medidas deberá afrontar España?

-Uno de los elementos que antes o después habrá que afrontar será la reforma del mercado laboral. Tenemos un sistema heredado del franquismo, con una mentalidad paternalista hasta niveles escandalosos. En la transición democrática en vez de reflexionar sobre ello se ha fomentado, hasta el punto de que, como no sabemos ahorrar, la empresa tiene que hacernos 14 pagas para que los españoles podamos afrontar las vacaciones o las Navidades. Eso llevó a una rigidez en el sistema que nos ha introducido en la crisis de manera consistente.

-¿Propuestas concretas?

-Afrontar la transformación del mercado laboral, que es lo que hace que podamos volver a competir a nivel internacional, porque, a día de hoy, la deuda de España es insostenible.

«La ventaja de los directivos españoles es que gozan de una gran flexibilidad»

«Sería deseable que a los políticos se les pidiera una preparación similar a la del director de una empresa»

«No existe la organización perfecta, ni pública ni privada. La base es reducir las imperfecciones»

«Estamos recogiendo los frutos de haber puesto en manos inapropiadas asuntos muy complejos»