No siempre gana el que juega más fuerte, pero en política no hay un solo pescador de altura que no jugara fuerte. Zapatero acaba de hacer una apuesta tremenda, y, quiéranlo o no, los demás jugadores sentados en la mesa deben hablar. Pueden pasar, haciendo gestos de fastidio, o hasta levantarse de la mesa e irse a dormir, pero su protesta sólo sería creíble si le montaran a ZP una moción de censura, que es lo que la Constitución prevé como medida extrema frente a una política que sea rechazada por la mayoría del Parlamento. Ante una apuesta como la del felino de León, antes Bambi, si no hay moción de censura (y yo no la deseo) será que de un modo u otro están todos de acuerdo, aunque disimulen haciendo grandes muecas e imaginando que la gente se las toma en serio. Los toros ya no son lo que eran, pero cuando menos se espera sale al ruedo un Miura de los de antes, y hay que torearlo.