«Vale, sigo recortando. Pero que me digan qué farola apago o qué bache dejo sin arreglar». Éste es uno de los dilemas al que se enfrentan muchos alcaldes ante la que se les viene encima con el recorte anunciado por Zapatero. Porque el ser la administración pública más cercana al ciudadano la convierte en la primera puerta a la que se va a llamar cuando hay problemas. En tiempos de control del gasto, toca maximizar los recursos y elegir qué farola apagar o qué bache alquitranar. Nada sencillo, porque detrás de cada farola y ante cada bache hay vecinos. Y ya se sabe, «un hombre, un voto».

Pero es lo que toca. Y lo peor es que en muchos casos no hay para más. Cierto que en Asturias la crisis del ladrillo no ha sido tan dramática como en otras comunidades, pero se ha dejado notar. Las licencias de contrucción suponen una de las principales fuentes de ingresos para los concejos más importantes. Así, Oviedo sólo ha ingresado este año el 40% de lo previsto por este concepto. Y en Gijón donde las previsiones eran de 3,2 millones, la realidad ha dejado esta cantidad en 1,2 millones.

Y ya no es sólo la pérdida de ingresos a corto plazo por licencias, tasas por ocupación de suelo público, por apertura de locales.... Es el futuro en el que las viviendas no construídas ahora deberían de comenzar a engordar las arcas locales gracias al IBI. Suma y sigue. Porque a menos actividad, menos impuestos recaudados, y menos impuestos en la cuenta de la Agencia Tributaria. Es decir, el trozo del pastel a repartir por Madrid entre los ayuntamientos se reduce.

Un ejemplo, en Mieres los ingresos procedentes del Estado se redujo un 18%, unos 600.000 euros. La caída media es del 20%. Y además de reducirse el tamaño del pastel, hay que devolver parte de lo adelantado. ¿Y los ayuntamientos pequeños? La mayoría llevan años sin margen de maniobra para hacer obras, ni siquiera para ahorrar. Otro ejemplo. Cangas de Narcea ha tenido que reducir su presupuesto de un año para otro el 37%. Uno de los problemas son los denominados gastos impropios, que son los que generan las competencias asumidas que no tienen financiación suficiente. De ahí que los entes locales lleven clamando años por dos cosas: un nuevo modelo de financiación y una ley que aclare sus competencias.

¿Y el futuro? Los planes e inversion «E» y «A» han servido para tirar en plena crisis. Pero la luz roja está encendida, y en julio sube el IVA. Tanto es así que en el Plan E, que supuestamente era estrictamente de inversión, el 20% puede destinarse a pagar gastos corrientes. Es decir, el teléfono, el agua... y, por su puesto, la luz. Entonces qué señor alcalde, ¿qué farola apagamos?