Oviedo, L. Á. V.

El segundo fascículo del coleccionable «Asturias bajo el franquismo», que se entrega mañana domingo con LA NUEVA ESPAÑA, aborda el fin de la Guerra Civil en la región, en octubre de 1937, con el derrumbamiento de los republicanos tras la fuerte ofensiva de los nacionales en el Oriente. Esta segunda entrega incluye diversos relatos de la entrada de las tropas vencedoras en Gijón, tras la huida de los dirigentes políticos y militares republicanos. En aquellos primeros momentos de la caída republicana tuvo lugar la liberación de los presos políticos de derechas de la cárcel de El Coto y del barco prisión «Luis Caso de los Cobos», anclado en El Musel.

También se relatan los desesperados esfuerzos de los milicianos por encontrar un hueco, incluso a tiros, en los últimos barcos que partieron de Gijón y Avilés antes de la caída. Y la huida al monte de los irreductibles, «para esquivar la represión y a la espera de tiempos mejores». El triunfo de las tropas nacionales en Asturias trajo otros hitos importantes, como la entrada en la región, desde León, del primer tren en año y medio. Mientras se acometía la recogida de las armas abandonadas por los republicanos, se desarrollaba también la detención de todos y cada uno de los miembros del Ejército republicano, 6.000 el 22 de octubre, 15.000 al día siguiente.

En las principales ciudades de la región se prepararon prisiones y campos de reclusión, mientras se llevaba cabo la clasificación de los detenidos. A unos les esperaba un consejo de guerra, otros serían enrolados de nuevo en el Ejército, aunque en el vencedor, y a los más afortunados les aguardaba ser encuadrados en los llamados batallones de trabajo.

También se iniciaron las ejecuciones. Las «chekas» de Falange daban cuenta de los republicanos en la gijonesa playa de San Lorenzo, en La Providencia o en el cementerio de Ceares.

Este segundo fascículo de la colección también aborda el ascenso de Francisco Franco a jefe supremo del bando nacional, tras la desaparición de Sanjurjo y Mola. La caída de Asturias supuso el espaldarazo definitivo de los sublevados, que comenzaron a tener más clara su victoria. Con Asturias, cayeron en manos de Franco minas de carbón y fábricas de armas, importantes para el esfuerzo bélico de los siguientes meses.