Oviedo, J. A. ARDURA

Cada maestrillo tiene su librillo. Y a la vista de sus declaraciones, cada arzobispo también. Los tres prelados que ha tenido Asturias en los últimos treinta años se han distinguido por mantener posiciones muy diferenciadas en los asuntos cotidianos, pegados a la realidad.

Gabino Díaz Merchán se caracterizo en su larga etapa al frente de la Iglesia asturiana por dejar patentes mensajes de hondo calado social. No en vano, le tocó vivir la época de las reconversiones, industrial y minera, una realidad social a la que nunca quiso permanecer ajeno, lo que le costó alguna que otra crítica. Su sucesor, Carlos Osoro, se desmarcó de esa tendencia. Sus homilías estuvieron marcadas por una gran carga de espiritualidad y nunca, o rara vez, abordaron cuestiones próximas a la política, si bien siempre hizo hincapié en las buenas relaciones de las instituciones con la Iglesia asturiana aún en momentos de especial tensión entre Iglesia y Estado. Jesús Sanz Montes no esquiva dar su opinión. Sus cartas abiertas durante su etapa en Huesca y Jaca tienen ahora continuidad en publicaciones y medios de la diócesis, donde no rehúye hablar de cuestiones de actualidad por controvertidas que puedan parecer como, por ejemplo, la reforma de la ley del aborto.