Oviedo, Juan A. ARDURA

Oviedo / Madrid,

J. A. A. / Agencias

Los funcionarios y empleados públicos rompieron ayer en Oviedo el fuego de las movilizaciones contra José Luis Rodríguez Zapatero. Unas dos mil personas, según la Policía Local, cuatro mil según los organizadores, tomaron la calle Uría para protestar contra el recorte de salarios a los trabajadores de la función pública y a los pensionistas decidido por el Gobierno central para reducir a marchas forzadas el déficit público. La manifestación de Oviedo, convocada por quince sindicatos de distintas profesiones del sector público, ha sido la primera de toda España de una larga lista de movilizaciones que hoy tendrá continuidad con una concentración convocada por UGT, CC OO y CSIF, también en la capital asturiana, frente a la Delegación del Gobierno.

«Guardias civiles, funcionarios o jubilados, a todos has engañado», rezaba la pancarta de uno de los primeros manifestantes que se dieron cita frente a la estación de Renfe. La convocatoria, de inicio tímida, creció en número a medida que avanzaba por el corazón urbano de Oviedo. Carteles y banderas de los sindicatos daban colorido a una concurrencia entre la que podían verse hasta banderas comunistas con el rostro de Lenin. Un conato de gritos de «Zapatero dimisión» daba fe del cabreo que reina entre buena parte de los empleados públicos que se consideran víctimas de sus propios gobernantes. «Estamos hartos de que nos hagan pagar los platos rotos de una crisis que no hemos provocado», resumió José Luis González, presidente de la Junta de Personal funcionario del Principado, y coordinador de Usipa, uno de los sindicatos convocantes. «Este Gobierno lleva un año poniendo a los empleados públicos en el disparadero», se quejaba Cristina Esteban, una de las afiliadas de CSIF, funcionaria de la Administración, que participó en la protesta. «Ahora que el país va mal, la culpa es de los funcionarios, pero el Gobierno no dice que en tiempos de bonanza fuimos el único colectivo al que sólo le subían el IPC previsto, nunca se nos aplicó la cláusula de revisión y perdimos poder adquisitivo».

La música de viento, en forma de bocinas y silbatos, copó buena parte de la protesta por la calle Uría, donde esta vez no hubo petardos, un clásico en toda movilización que se precie. La percusión corrió a cargo de una charanga de la Corriente Sindical de Izquierda, que también se sumó a una manifestación que tenía como objetivo hacer recapacitar al Gobierno central sobre unas medidas que consideran demasiado duras por su repercusión sobre colectivos en los que, aseguran, los mileuristas son amplia mayoría. «Esperamos que el Gobierno rectifique porque no se puede convertir en paganos de esta crisis a los trabajadores y a los pensionistas, la parte más débil de la sociedad. Y encima, pretender enfrentarnos con el colectivo de parados. Las movilizaciones deben suponer un aldabonazo para Zapatero y su Gobierno», manifestó Beatriz Quirós, del sindicato Suatea. «Es un Gobierno sin rumbo. En Asturias, la paralización del contrato relevo afectará a 10.000 trabajadores», aseguró Francisco Baragaño, de USO.

Carteles con los mensajes «Zapatero dimisión, nos jodiste la nación», «El capitalismo ye siempre crisis» y «Ley de evaluación ilegal» salpicaban una cola de manifestación cuya asistencia incluso sorprendió a buena parte de los sindicatos convocantes. «Ha sido un éxito rotundo. La gran asistencia revela el rechazo generalizado del colectivo a unas mermas económicas que sólo taparán agujeros, pero en ningún caso crearán empleo, que es el gran déficit de este país», manifestó Gumersindo Rodríguez, presidente de Anpe.

La lectura del manifiesto tuvo lugar ante la sede de la Presidencia del Principado, cuyo entorno quedó pequeño para acoger a tanto manifestante. La mayor salva de aplausos se produjo cuando se exigió al Gobierno, por parte de los sindicatos, «el recorte de cargos de confianza, de asesores y de miles de chiringuitos de nula utilidad». Los sindicatos cerraron la manifestación con el compromiso de que mañana celebrarán una reunión para valorar medidas «más contundentes». Al fondo se oía: «¡huelga, huelga, huelga general!»