Covadonga fernández

Ganadera de Intriago (Cangas de Onís)

Controlar al lobo y abrir la mano para que los ganaderos puedan participar en la gestión cotidiana de los pastos y el paisaje de los Picos. Ésa es la petición de la mayoría de pastores que tienen sus reses en el espacio protegido. «Tendrá que mejorar el tema de los desbroces para que siga la ganadería en el puertu», resume Covadonga Fernández Alonso, de 52 años, hija, nieta y madre de ganaderos. «No hace muchos años era el ganadero el que mantenía los pastos del parque, el que plantaba los fresnos que tanta utilidad daban, el que desbrozaba y limpiaba. ¿Quién va a cuidar mejor el parque que nosotros, que vivimos de él?», insiste. No se atreve a decir qué efectos beneficiosos puede tener el acuerdo al que llegaron el lunes las tres comunidades para hacerse cargo de forma conjunta de la gestión del parque, pero confía en que «si ven más de cerca nuestros problemas» los nuevos gestores puedan contribuir a atender las demandas de los ganaderos. Covadonga Fernández, vecina de Intriago (Cangas de Onís) y una de las pocas que pasa el verano en la majada de Gumartini, tiene claro que si se quiere que la ganadería del puertu siga en activo tendrán que mejorar las cosas: «El matorral, el jabalí y el lobo son totalmente incompatibles con el ganadero». No discute la necesidad de preservar el lobo, pero destaca que en un mes le han atacado a tres de sus xatos y propone acotar zonas amplias del parque para la preservación de las especies salvajes sin perjudicar al ganadero.

Fermín Cotera Gonzalo

Quesero de Arenas de Cabrales

Turismo y agroalimentación -el sector quesero- sostienen buena parte de la economía de Cabrales, que tiene en el parque nacional su principal recurso natural. Fermín Cotera Gonzalo y su esposa, Dorita Díaz Posada, son ganaderos y queseros, regentan la quesería La Vega de Tordín, en Arenas de Cabrales. «Lo del parque está bien, atrae turismo y tienes ayudas que no tendrías si estás fuera», afirma Cotera. Este quesero admite no estar muy al tanto del giro en la gestión de los Picos y no se atreve a valorar hasta qué punto el traspaso de la gestión a manos de un consorcio formado por las tres comunidades autónomas con terrenos en el espacio protegido puede afectar al gremio de los queseros elaboradores de cabrales. «Los ganaderos de montaña sí pueden verse más afectados por el uso del parque», continúa Cotera. «Veremos si el parque está mejor gestionado cuanto más cerca estén los responsables y si las comunidades se entienden bien», añade. De momento, a la espera de que el consenso que escenificaron el lunes en Covadonga los consejeros responsables del parque de Castilla y León, Asturias y Cantabria se concrete, en esta quesería cabraliega ya proyectan nuevas mejoras que confían en poder subvencionar a través de la línea de ayudas del parque. «Antes éramos reacios al parque por el tema de los lobos, pero la ganadería está desapareciendo igual y no por los lobos», concluye Fermín Cotera.

Ramiro Campillo Sadia

Hostelero de Poncebos (Cabrales)

Puente Poncebos es la entrada física al parque nacional en Cabrales. Punto de partida del funicular y la antigua senda a Bulnes y la ruta del Cares, este enclave toma su nombre del antiguo puente sobre el río Cares, derruido en el año 1918 para construir el actual. Junto al puente se ubica el hostal Poncebos, la antigua Casa Sara, remodelada en el año 1975, un lugar que mantiene la esencia de aquel punto de encuentro de los primeros montañeros que visitaban los Picos de Europa. Al pie de este negocio familiar, Ramiro Campillo recuerda que la ampliación del parque, en el año 1995, desató «un temor a las restricciones que se superó, y espero que nunca vuelva a darse. Ahora mismo firmaría por que siguiera todo igual. Se nota que es parque porque hay carteles y guardas». Precisamente su abuelo Bonifacio Sadia, más conocido como «el Diablo de la Peña», fue guarda del parque original, el de la Montaña de Covadonga, durante casi cuarenta años. Campillo espera que de traer cambios en la nueva etapa que abre el traspaso «se mire más por el estado de los ríos del parque y por la pesca». También reclama más atención en la conservación y acondicionamiento de antiguos caminos de tránsito por el macizo cabraliego -«prácticamente abandonados»-, y cita el del Sediellu y la Bárcena, en Camarmeña, o la Canal del Texu, hacia Bulnes. Ramiro Campillo no olvida una reclamación local: «Después de tantos años luchando por tener aparcamientos en Poncebos, a ver si tenemos más suerte».