Oviedo, Marta PÉREZ

«Esto es sólo el principio; cuando la gente vea la rebaja en la nómina, habrá más contestación». La reflexión, de Arturo Granda, personal laboral de la Administración, resume parte del sentir general de los empleados públicos que asistieron ayer a la concentración convocada por los sindicatos UGT, CC OO y CSIF ante la Delegación del Gobierno, en Oviedo, para protestar «contra el recorte salarial y la congelación de las pensiones», como rezaba la pancarta principal que sostenían, entre otros líderes sindicales, el secretario general de UGT en Asturias, Justo Rodríguez Braga, y el secretario general de CC OO de Asturias, Antonio Pino. Asistieron 2.500 personas según la organización y menos de la mitad, unas 1.000 personas, según la Policía Local; en cualquier caso, la respuesta fue menos concurrida que la del miércoles, cuando unos 2.000 funcionarios recorrieron las calles de Oviedo convocados por los sindicatos profesionales.

«No se movió mucho la convocatoria, pienso. Pero también pasa lo de siempre, la gente es muy cómoda, se queda en casa mientras otros les sacamos las castañas del fuego», lamentó Áurea Pérez, funcionaria de Justicia, mientras sostenía una pancarta que exigía «dignidad y respeto» para los trabajadores. La concentración de ayer respondía a una convocatoria acordada por los tres sindicatos (UGT, CC OO y CSIF) que se secundó con distinto resultado en las principales capitales de provincia españolas. En el comunicado consensuado por las organizaciones convocantes -lo leyó el periodista Pachi Poncela- se presentó el acto como «inicio de un proceso de movilizaciones que continuarán con el paro general del 8 de junio», en referencia a la convocatoria de huelga de los empleados públicos en todas las administraciones del Estado el próximo 8 de junio. «Animamos a sumarse a todos para dejar patente nuestro malestar y exigir al Gobierno una rectificación», continuó el manifiesto, que concluyó con una referencia a la posibilidad de convocar una huelga general. Los trabajadores concentrados la pidieron, aunque tímidamente, con esa recurrida canción de protesta obrera: «Había una vez, una huelga, una huelga, había una vez una huelga general». Sin embargo, la mayor parte de las consignas coreadas tenía más que ver con alusiones directas al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, como el grito de «¡Zapatero, embustero!». De hecho, uno de los puntos que los sindicatos reprochan al presidente del Gobierno es que haya roto el acuerdo salarial firmado con los funcionarios hace medio año. «Los únicos parámetros que han cambiado desde entonces es la presión de los que generaron la crisis», rezaba el manifiesto de las organizaciones convocantes.

Al margen del manifiesto, el secretario general de la federación de servicios a la ciudadanía del sindicato CC OO, Jesús González, comentó que «este Gobierno ha perdido el rumbo y el crédito», y que la estrategia «equivocada» que está llevando a cabo «no es compartida por nadie y va a tener la respuesta que se merece, que es la huelga». En el mismo sentido se pronunció el representante de CSIF, Lucas Álvarez, que añadió que la política de Zapatero se rige por la «improvisación», por lo que «se está ganando enemigos; ahora el único aliado que tiene es la patronal». Por su parte, el representante de UGT, Luis Ángel Ardura, insistió en que «un funcionario no es una persona con corbata, inaccesible y sentada en un despacho», sino que, de hecho, son ellos quienes están haciendo el «esfuerzo económico», junto a los pensionistas, a los que Ardura se refirió como «clases bajas y medias».

A pie de calle, las hermanas Estrella y María José Ramírez, funcionarias mileuristas, según explicaron, asistieron a la concentración de ayer y aseguran que irán a todas. «Es abusivo, de lo más bochornoso para el trabajador. ¿Cómo me pueden decir que me sacrifique para ayudar a salir de la crisis mientras veo cómo están cambiando el mobiliario y los ordenadores en la Delegación Provincial de la Tesorería?», expuso Estrella Ramírez. «Tienen que recortar por otro lado, los altos cargos, los asesores, los que nombran a dedo, no con los mileuristas», apoyó su hermana María José Ramírez. El «despilfarro» de los sobrecostes del HUCA y «la subcontratación de servicios a empresas privadas» también entra en la lista de agravios enumerados por las funcionarias, que intentaban protegerse del sol con la sombra de una pancarta vecina que no dejó indiferente a nadie: «Si eres rico y cabrón, tendrás la gracia del Gobierno y la oposición».