Villabona, L. Á. VEGA

Suena la lacrimosa «Edelweiss», pero al fondo no están los Alpes ni los lagos bávaros de la película «Sonrisas y lágrimas», sino los fríos barrotes de la cárcel. Aun así, entre tanto pecho endurecido por la vida, surge la emoción y quizás alguna lágrima. Algo de eso es lo que pretendía el coro de la Ópera de Oviedo con el recital solidario que ejecutó en la tarde de ayer en la unidad terapéutica del centro penitenciario de Villabona. Y quizá se obró el milagro, puesto que, como señala Jaime Martínez, presidente de la Asociación Asturiana de Amigos de la Ópera y de la Fundación Ópera de Oviedo, «conocer esta música es amarla».

No era la primera vez que la música vocal penetraba los muros de la cárcel. Como indicó Lázaro Blanco, uno de los reclusos de la unidad terapéutica, «en cierta ocasión actuó un coro de mineros y fue magnífico». Lázaro se encuentra entre los pocos internos que confiesa su amor por la música clásica. «La mayoría de los presos prefiere el rock duro, el heavy... Lo asocian con las drogas y sus efectos», aseguró.

El coro de la Ópera de Oviedo ofreció un repertorio variado, con varias piezas de conocidas zarzuelas, como «La verbena de la paloma», «La tabernera del puerto» y «La Gran Vía». Luego ya pasaron a la «droga dura», con momentos de óperas como «Cavalleria Rusticana», «Il Trovatore», «Turandot», «Nabucco» y «Carmen». Para el final restaba la citada «Edelweiss» y varios números de «West Side Story», como la conocida «America». El colofón fue un «pastiche» con piezas de la procedencia más variada y por supuesto muy conocidas, como la canción del «Cola-Cao». ¿Quién dice que no cabe el humor en la música clásica?

Los miembros del coro, acompañados al piano por Mario Álvarez Blanco, y bajo la dirección de Patxi Aizpiri, cumplieron con entusiasmo, a pesar de lo poco habitual del escenario en que se desarrolló el recital. Jaime Martínez, con motivo de la celebración del Día Europeo de la Ópera, quería con esta actuación «tender puentes a una institución como la unidad terapéutica» dedicada a la tarea de cambiar de raíz la cultura carcelaria y dar una oportunidad de recuperación a los reclusos.

El médico del Hospital Central reconoció que este tipo de música puede sonar extraña en un espacio como el de Villabona, pero se mostró convencido de que el recital despertaría la afición de más de uno. «Supongo que muchos piensan que la ópera es para dormirse, pero conocer esta música es amarla», aseguró poco antes del recital.

Lázaro Blanco, que es toda una institución de la unidad terapéutica y está a punto de salir de prisión tras pasar casi tres décadas en cárceles y reformatorios españoles, aseguró que «tiene que haber más actuaciones de este tipo en Villabona». Los aplausos de los internos de la unidad terapéutica, que no desfallecieron a lo largo de toda la actuación, demostraron que el «Rock de la cárcel» no es incompatible con la ópera.