La capacidad de aprendizaje del ser humano sólo es superada por su capacidad para insistir en el error. A veces el aprendizaje consiste en dar con una piedra de mayor tamaño para volver a tropezar en ella. Estoy hablando del Madrí. Desde que hace siete años echó a Del Bosque, que le había dado la mayor tanda de trofeos de la historia, el Madrí busca con desesperación un talismán, un hombre-medicina, un brujo. A Del Bosque lo echaron, simplemente, porque no tenía glamour, era de aspecto tosco, parecía más un capataz de muelle que un míster, y, como ahora se dice, no daba el perfil para club tan global y galáctico como el Madrí. Encima parecía tener un alma dentro, y por tanto no era lo bastante desalmado para capitán de empresa. Ahora llega Mourinho, que acaba de dejar plantada a la afición que le esperaba en San Siro para celebrar su gran victoria. Este sí da el perfil caníbal.