Cuando llega el invierno, conviene que existan refugios para la gente. En el invierno económico la cultura es siempre un refugio disponible, barato y cálido. Por eso considerar que en estos tiempos la cultura es un bien de primera necesidad no iría descaminado. La tradición más cutre en el sector público considera la cultura un adorno, algo superfluo, o perfectamente prescindible, un extra en el que se puede gastar algo en tiempo de holgura, pero por donde hay que empezar siempre los recortes. Ahora veremos si esa idea ha cambiado, y le damos a la cultura el valor y utilidad social que tiene, o seguimos dónde estábamos. Incluso desde la perspectiva de la salida de la crisis el gasto en cultura es el más rentable, pues tantos reacomodos como harán falta en el sistema sólo serán posibles si la gente vuelve otra vez a pensar, a dar un nuevo valor a cada cosa y a reordenar la vida.