Arriondas, Alba SÁNCHEZ R. / Marcos PALICIO

La Guardia Civil patrullaba en Zodiac el barrio de San Antonio y las canoas, más necesarias ayer que nunca en Arriondas, eran medios de evacuación para traer y llevar a la gente a sus casas. Una riada como no se recuerda en la capital parraguesa desbordó el Sella y el Piloña, obligó a desalojar en lanchas el Hospital del Oriente y dejó la villa sin electricidad casi todo el día, sin agua al final y a decenas de comerciantes desesperados contando daños en sus locales. Una enorme tromba de agua a primera hora de la mañana sacó violentamente de sus límites los dos ríos que se juntan en Arriondas (Sella y Piloña) y sembró el desconcierto y el caos en las dos orillas. No se recordaba una riada similar en la villa, que ya había visto desbordarse el Sella otras veces, pero «nunca hasta la calle Argüelles», repetían los vecinos mientras achicaban agua de los bajos en la travesía principal de la localidad, anegada y enlodada y con un fuerte olor a gasóleo procedente de algunas calderas.

El centro de la emergencia se desplazó desde primeras horas de la mañana hacia el Hospital del Oriente, que quedó de pronto en medio de una descomunal piscina y sin fluido eléctrico, lo que indujo una complicada y lenta operación para sacar de allí a todos los pacientes, sesenta según fuentes del 112. Por el mismo medio salieron de la residencia geriátrica próxima al hospital otras treinta personas, que fueron realojadas en un hotel de la localidad. Durante toda la mañana, agentes de la Guardia Civil y componentes de Cruz Roja y Bomberos trasladaron a los enfermos, de uno en uno, en Zodiac hasta el hospital de campaña habilitado al final de la zona inundada -en el arranque de la rampa que comunica el aparcamiento del centro sanitario con la N-634-. Las sillas de ruedas y las camillas tuvieron que encontrar acomodo en las lanchas para depositar a los pacientes en terreno seco. Desde allí, en ambulancias, fueron enviados primero al Hospital San Agustín, de Avilés, y después también al Central, en Oviedo, y al de Cabueñes, en Gijón. En el aparcamiento, coches cubiertos casi completamente de agua y hasta una motobomba de Bomberos sorprendida y atrapada por la crecida conjunta del Sella y el Piloña.

El nivel del agua, eso sí, descendió a tiempo de que el final de los trabajos de desalojo pudiese realizarse ya en vehículos todoterreno y a primera hora de la tarde el hospital estaba evacuado y un gran generador le había devuelto la luz, pero los Bomberos seguían achicando agua, aún unos quince centímetros en la zona de administración en torno a las cinco de la tarde.

A primera hora de la tarde, el VI Batallón de la unidad militar de emergencias (UME) se sumó al operativo, con sesenta operarios y seis autobombas, una Zodiac, cuatro nodrizas, una máquina extractora de lodos, una máquina mixta, un volquete y tres camiones para montar barreras de contención. Primero se centraron en el achique del hospital y después en los sótanos inundados de las viviendas próximas.

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