Candamo / Pravia / Salas / Muros de Nalón

V. DÍAZ PEÑAS / I. P.

En el bajo Nalón y las vegas del Narcea en Salas se despertaron ayer invadidos por el agua. Desde Candamo hasta Muros de Nalón, de Pravia a Cornellana (Salas). Todo era agua. Y con ella, los daños en viviendas, coches, fincas... Y a todo ello se unió el caos circulatorio provocado por el corte de las principales vías de comunicación. Uno de los puntos críticos estuvo en el puente de La Portilla, entre Muros y Soto del Barco.

«Nunca habíamos visto algo parecido. Hemos presenciado muchas riadas, pero ninguna como ésta», señalaban los ribereños al ver atónitos cómo los troncos y la basura arrastrados por la crecida del río Nalón habían bloqueado siete ojos del puente, el cual tuvo que ser cerrado al tráfico en torno a las dos y cuarto de la tarde. Una grúa de grandes dimensiones tuvo que retirar la masa de madera y plástico bloqueada.

El punto crítico de la jornada tuvo lugar en torno a las ocho y media de la tarde, hora a la que la marea alcanzó su mayor altura. Esto, sumado a la crecida, provocó un desbordamiento de las aguas, que anegaron diversos puntos de la desembocadura del Nalón, entre ellos los embarcaderos del puente de La Portilla. «He salvado mi lancha de milagro. El agua ha arrasado mi embarcadero», subrayó el joven sotobarquense Armando Álvarez-Pedrosa.

Pravia estuvo prácticamente aislada durante toda la jornada. El tren no funcionó y las únicas carreteras abiertas fueron las que no discurren junto a los ríos Nalón y Narcea. Entre las cortadas, estuvo el corredor del Narcea hasta Cornellana, donde el agua inundó el cruce. El nivel de los ríos, principalmente el Nalón, fue preocupante durante todo el día, máxime a las ocho de la tarde de ayer, cuando coincidió la crecida con la pleamar. Quinzanas, Forcinas, Peñaullán, Agones y Los Cabos fueron las zonas más afectadas.

En San Román de Candamo el agua inundó numerosas viviendas y obligó a cortar varias carreteras. Ana Arias fue una de las afectadas por la riada. En el primer piso de su vivienda observó cómo el agua rodeaba su casa. En los alrededores otros vecinos siguieron atentos el cauce del río, que aumentó por la tarde e inundó más casas, sótanos y establecimientos, al tiempo que arrastró todo lo que encontró a su paso, como fardos de hierba. Pasó sobre las vías del tren y la carretera. Marta Miguel y Vidal Canel, ambos de San Román, no recuerdan nada parecido. «Siempre hubo riadas, pero como ésta, nunca».

Aguas abajo, en Beifar, la cosa no fue mucho mejor. Las viviendas de la parte baja del pueblo contaron con más de un metro de agua. Los animales de María Nieves García y Emilio García se quedaron fuera de las cuadras, inundadas completamente. «Toda la maquinaria, la hierba, la cuadra... Todo está tomado por el río», comentó Emilio. César Marcos, también de Beifar, vio con impotencia cómo el agua tomó su casa. Lo peor fue cuando se abrieron las presas, que hizo peligrar el puente colgante.

En Pravia se instaló un operativo que controló todos los efectivos que trabajaron en la zona. A últimas horas de ayer un convoy de 18 personas de la Unidad Militar Especial (UME) se desplazó al concejo para colaborar en la apertura de las vías de comunicación.

El tráfico del corredor del Narcea y de la carretera de Soto del Barco se desvió por vías locales.