Oviedo, Pablo GONZÁLEZ

El nombre de José María Fernández Ladreda (Oviedo, 1885-Bobes, Siero, 1954) fue durante años un clásico en los callejeros de las ciudades españolas más importantes. Los apellidos del militar, político y científico asturiano lucían en las placas que sirven para bautizar calles, avenidas y plazas; pero con la llegada de la democracia en 1978 algunos ayuntamientos optaron por borrar a Fernández Ladreda y a otras figuras del franquismo de sus vías. Aun así, la presencia en el callejero del que fuera alcalde de Oviedo en la época de Primo de Rivera o ministro de Obras Públicas (1945-1951) con Franco, se mantuvo en muchas ciudades españolas.

«Su amplia presencia en el callejero español se debe fundamentalmente a su etapa como ministro de Obras Públicas. Dentro de ese juego de equilibrio de poderes que Franco ejercía en el Gobierno, Fernández Ladreda formaba parte de la rama católica», afirmaba ayer Javier Rodríguez Muñoz, historiador y director del Club Prensa Asturiana LA NUEVA ESPAÑA.

Con la aplicación de la ley de la memoria histórica la conveniencia de que las calles españolas cuenten con nombres como el de Fernández Ladreda se ha vuelto a poner en duda. En el Principado los últimos municipios en rebautizar los «dominios» de Fernández Ladreda fueron Candás y Noreña. Y siguiendo la estela de estas localidades asturianas, varias asociaciones para la memoria histórica de Galicia han solicitado en los últimos días retirar del callejero de Pontevedra a Fernández Ladreda.

Los promotores gallegos de esta medida la defienden porque creen que está perfectamente justificada, dado el historial que Fernández Ladreda acumuló antes de la Guerra Civil -fue diputado en Madrid como miembro de la CEDA-, durante el alzamiento del 18 de julio de 1936 -organizó y dirigió una columna de voluntarios para resistir el cerco republicano a Oviedo- y tras la victoria de las tropas de Franco en 1939. Porque además de ministro entre 1945 y 1951 fue vicepresidente de las Cortes franquistas, miembro de la Academia de Farmacia y de Ciencias Exactas, director de la Fábrica de Armas de Oviedo, presidente del Casino de Madrid o presidente de honor del Real Oviedo.

Quizá sea esta estrecha vinculación con Oviedo la que mantenga su nombre en el callejero capitalino. La comisión de notables nombrada por el Gabino de Lorenzo, alcalde de Oviedo, para decidir qué nombres de calles había que cambiar por su claro pasado franquista en cumplimiento de la ley de la memoria histórica decidió indultar a Fernández Ladreda. «Se hizo por unanimidad, dado que fue alcalde de Oviedo», apuntaba ayer Luis José Ávila, uno de los miembros de la comisión. Estas y otras decisiones han recibido críticas por parte de partidos y asociaciones de izquierdas.

Gijón también reconoció la figura de Fernández Ladreda, en este caso, con una avenida, desde el año 1946 a 1990. El 11 de mayo de ese año el Pleno del Ayuntamiento gijonés, encabezado por el ahora presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, optó por rebautizar la calle como avenida de la Constitución. «En aquel Pleno se cambiaron de nombre muchas calles, como la del General Vigón, Montejurra o la del Coronel Pinilla», repasaba ayer el historiador local y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA Luis Miguel Piñera.

Oviedo no es la única ciudad española que mantiene el nombre de Fernández Ladreda. En Segovia la vía principal que da acceso al acueducto romano lleva su nombre. Y también cuenta con calles en León, Madrid, Cádiz o Valladolid. Y en muchos de todos estos lugares es hijo predilecto.

¿Por qué en unas ciudades la memoria de Fernández Ladreda es borrada y en otros respetada? «La ley tiene todos los defectos del mundo, pero en el caso de las calles plantea claramente los nombres que se tienen que eliminar», asevera Javier de la Fuente, presidente de la Federación Asturiana de Memoria y República. Roberto Sánchez Ramos, concejal de ASCIZ en Oviedo, sentencia que esta «disparidad de criterios se debe a que el PSOE ha hecho una ley con grandes vacíos e indefiniciones y el PP sufre un infarto intelectual cada vez que se habla de estas cosas».