Periodista, profesor de Periodismo en la Universidad Pompeu Fabra

Saúl FERNÁNDEZ

-En este jardín Woody Allen filmó parte de «Vicky Cristina Barcelona».

-Algo me contaron... Nunca había estado antes en Avilés.

El que habla es el periodista Arcadi Espada (Barcelona, 1957), en Avilés para poner la guinda al VII Curso de actualización sobre el tratamiento asertivo comunitario en Salud Mental. Antes de iniciar la entrevista toma en uno de los petriles del Jardín Francés y se guarda sus gafas redondas en la chaqueta. Espada es profesor de Periodismo en la Universidad Pompeu Fabra, articulista de relumbrón y dueño de uno de los blogs de Internet de mayor audiencia. Ha escrito libros tan dispares como «Contra Catalunya», «El terrorismo y sus etiquetas» o su catecismo, «Periodismo práctico».

-¿Me concede una entrevista?

-(Risas). Usted sabe muy bien que es LA NUEVA ESPAÑA quien concede la entrevista y no el señor Espada.

-Pero, vamos a hacerla, ¿no?

-Sí, hombre, sí.

-Vino a hablar sobre el tratamiento de la enfermedad mental en los medios de comunicación.

-Entre las seis o siete ideas que vine a exponer está que los periódicos tratan a los locos como si fueran cuerdos.

-¿Ah, sí?

-Es un tópico de nuestro oficio, pero le pondré un ejemplo: un tipo descuartiza a su madre, la mete en la olla a hervir, se la come y se publica la noticia. Normalmente sale ese comentario del vecino: «Pues era un hombre normal».

-Normal, pero con una singularidad...

-...con los cocidos y con su madre. Cada seis meses se entrevista a un loco muy famoso, al poeta Leopoldo María Panero. Es un loco al que se le trata como a un cuerdo.

-¿Qué interés tiene lo que diga Panero?

-No lo sé, pero a algunos periódicos les hace mucha gracia.

-¿Y las otras enfermedades?

-Hay casos de olvidos notables. Cuando un hombre mata a su pareja no se menciona que el asesino es alcohólico, cuando el alcoholismo es una enfermedad.

-¿Por qué se elude este hecho?

-Por miedo, porque se piensa que el alcoholismo es un atenuante...

-Luego están los familiares del enfermo mental...

-Sí, esos que te llaman molestos por haber contado esto o lo otro... Perturbado parece una palabra políticamente incorrecta, pero por ser incorrecta es cierta. Sería un adjetivo muy bien usado porque no implica ningún juicio.

-¿Las empresas censuran las crónicas de sus redactores?

-La empresa censura poco, las empresas se rinden a las evidencias. Siempre hay discursos autojustificativos de los periodistas: «Llego al periódico y el redactor jefe me dice qué tengo que escribir». La primera responsabilidad de una información es de quien la firma y no del jefe que la edita.

-Ahora que llega el verano...

-En verano hay noticias... Empiezan guerras civiles, se ocupa Praga o se destruyen edificios, como el 11-S... En Cataluña, además, el verano no acaba hasta que la Patria es nuevamente derrotada.

-Pero es que me refería a la próxima serpiente de verano.

-La noticia de este verano va a ser la ausencia de vacaciones gubernamentales. Nos estamos abocando a la política del recorte, está de moda. Hemos pasado de la opulencia al recorte. De esto vamos a hablar durante unos cuantos mesecillos. Recorte de todo.

-¿No frustra estar formando en la Universidad a futuros parados?

-No serán futuros parados; como dice Spielberg en «Parque Jurásico»: «La vida encuentra su camino».

-¿Dónde se forman los periodistas, en la redacción o en las aulas?

-Ni en la redacción ni en el aula. Las redacciones de los periódicos ahora son oficinas... y luego están los que escriben desde sus casas, como es mi caso. Las redacciones como ágoras ya no existen. Yo asistí al momento de su desaparición física. En las redacciones ya no se discute el periódico del día anterior. Ese tiempo ya pasó.

-¿Y eso por qué?

-En parte, por la evolución del propio oficio. Los colaboradores, los políticos, ya no pasan por las redacciones...

-Eugenio Suárez, el fundador de «El Caso»...

-Precisamente le voy a ver dentro de un rato.

-Él diferencia las redacciones de ahora con las de antes en que ahora hay en las mesas botellas de agua mineral y, antes, las botellas eran de JB.

-No se crea que esa mitología pseudoalcohólica ha beneficiado este trabajo nuestro. Vale que las redacciones de antes eran más divertidas, pero en las de ahora se hace un periodismo mejor que el de entonces, un periodismo más preciso y profundo y, además, más variado.

-Los manuales dicen que la noticia se tiene que comprobar tres veces...

-Y en ocasiones sobra con la comprobación que otorga la cultura y el talento del propio periodista, eso que te permite ver la verdad en aquello que te han contado o has descubierto. A veces es la primera comprobación y también la única.

-Todo el mundo tiene jefe de prensa. ¿Una nueva manera de entender el oficio de comisario político?

-No se crea. Los gabinetes de prensa dan salida a un excedente laboral de licenciados. Trabajé durante un tiempo muy breve en uno de ellos y emplean a gente muy bien formada, honorable, pero no se dedican al periodismo.

-¿Y la televisión?

-Ahí tampoco se hace periodismo porque el periodismo precisa de cierta mediación. Entre el suceso y el momento en que el redactor llega a su ordenador, cuando está construyendo su relato, es cuando se hace periodismo. La televisión es el directo: está pasando, lo estás viendo. El periodismo necesita un mínimo de retrospección. La televisión tiene más que ver con las variedades que con el periodismo.

-Esa retrospección, con las prisas, apenas se da en la prensa escrita.

-Al 90 por ciento de las informaciones que publicamos no sólo no les vendría mal esperar, sino muy bien.

-«El Mundo» pide el voto para el PP y la UPyD, los doce periódicos catalanes acuerdan un editorial conjunto... ¿Dónde quedó la independencia?

-Uno de los mitos del periodismo, «Le Monde», lleva años indicando a sus lectores qué votar. La mejor garantía de objetividad de un medio es conocer las convicciones de quien está contando. Cuando un redactor no oculta lo que piensa añade una garantía a su relato. Lo que me parece lamentable es que para saber qué ha sucedido haya que comprar más de un periódico.

-Sara Carbonero está en la picota por informar sobre su novio, el portero de la selección española, en el Mundial.

-Esta señora no hace periodismo, hace locución. No exageremos. ¿Qué problema hay en que pregunte a su novio si es o no es justo el resultado del partido? Su trabajo no es incompatible con sus relaciones íntimas.

-¿Y la militancia en un partido?

-A un periodista no hay que preguntarle cuáles son sus convicciones políticas sino en qué medida sus convicciones falsean el trabajo para el que le pagan.