Introductor de Embajadores del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación

La Granda (Gozón),

Félix VALLINA

Francisco Javier Vallaure de Acha nació en 1949 en Hamburgo «por circunstancias» -su padre, el también diplomático Francisco Javier Vallaure Fernández-Peña, estaba destinado allí-, pero se siente asturiano por los cuatro costados: «Nacer en un establo no le hace a uno caballo», matizó ayer en La Granda parafraseando al duque de Wellington. Es diplomático de carrera, estudió Derecho en Madrid e hizo dos años de Periodismo, pero aunque se arrepiente lo acabó dejando. Fue embajador de España en Angola y a lo largo de su trayectoria como diplomático ha estado destinado en países de los cinco continentes. Ahora, desde que hace dos años se lo pidiera el ministro Miguel Ángel Moratinos, ocupa el cargo de Introductor de Embajadores, que depende del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación. Ayer ofreció una charla en el chalé de La Granda sobre «Protocolo, empresa y acción exterior».

-¿En qué consiste exactamente su trabajo actual?

-El Introductor de Embajadores es el director general de Protocolo del Ministerio, mi cargo tiene consideración de director general con rango de embajador. Es uno de los altos cargos de la Administración General más antiguos, el primer funcionario que ve un embajador extranjero cuando llega a España es a mí y luego yo le «introduzco» ante Su Majestad el Rey. Mi trabajo implica una intensa relación con la Casa Real.

-¿Cree que la crisis está potenciando las tensiones internacionales?

-Las tensiones internacionales siempre han estado ahí, pero para eso estamos los diplomáticos, para intentar suavizarlas o desactivarlas. Se dice que cuando los diplomáticos agotan su capacidad de negociación hay que entrar en otro estadio distinto como es el del conflicto bélico, pero eso es muy lamentable y nosotros procuramos hacer siempre todo lo que está en nuestras manos para que no ocurra.

-Usted sabe de buena tinta lo que es un conflicto bélico, le ha tocado trabajar en Irán en un momento delicado de la historia (1983-1985).

-Sí, estaban en plena guerra con Irak y era una época muy tensa con gran repercusión internacional. Yo viví directamente la denominada «Guerra de las Ciudades», los ataques con misiles tierra-tierra por parte de ambos países contra sus principales ciudades.

-¿Habrá pasado miedo?

-Claro que sí. Estaba recién casado con mi mujer y nos metíamos en una pequeña piscina que teníamos en casa para, al menos, evitar la metralla de los bombardeos. Teníamos un perro que ladraba poco antes de que llegaran los iraquíes y eso nos sirvió en varias ocasiones para ponernos a salvo.

-Pues los expertos aseguran que Irán puede ser el próximo objetivo de los Estados Unidos.

-Irán es un país con el que conviene no meterse mucho. Con todos los respetos, no son Irak ni Afganistán, Irán es mucho Irán. Están muy bien armados, tienen una capacidad militar importante y mucha unidad. El iraní puede no estar de acuerdo con su régimen político, pero como les metas el dedo reaccionan y se juntan todos. Hay que evitar todo tipo de conflictos, y mucho más con Irán, por eso en el fondo nadie se atreve a apretarles las clavijas.

-Usted estaba muy esperanzado cuando llegó Obama a la Presidencia, ¿qué balance hace ahora de su mandato?

-De la esperanza hemos pasado a la realidad. Los esfuerzos que está haciendo desde el punto de vista social están siendo un «puntazo». Ha conseguido muchos logros políticos, Obama ya ha hecho historia y la seguirá haciendo.

-¿Se nota su mano a nivel mundial?

-Por supuesto. Hemos pasado de una política de unilateralismo durante la Presidencia de Bush a una de multilateralismo con Obama, si ocurre eso es que ya no se cree el «sheriff» del mundo y que piensa que la estabilidad hay que compartirla con el resto de países democráticos. Las Naciones Unidas han recuperado su aliento, son de nuevo naciones unidas.

-¿Y su relación con España?

-Es espléndida. Su relación con el Rey Juan Carlos y con Zapatero es maravillosa.

Un ciudadano del mundo

Miembro de la carrera diplomática desde 1975. Su primer destino fue el Consulado de Porto Alegre (Brasil) en 1979. Como cónsul le siguieron Teherán (1984), donde le tocó vivir el enfrentamiento bélico entre Irán e Irak; Lisboa (Portugal), durante tres años; Australia, Túnez, Florida, Carolina del Sur y Georgia (EE UU). Estuvo como embajador en Angola desde 2005 hasta 2008, año en el que retornó a Madrid al ser nombrado primer Introductor de Embajadores en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Está casado con una brasileña «guapa e inteligente» y tiene dos «guajes», el varón tiene 18 años y la niña 15.

«El primer funcionario del Estado al que ve un embajador extranjero cuando llega a España es a mí»

«Irán es un país con el que conviene no meterse mucho, como les metas el dedo reaccionan»