Artedo (Cudillero),

Ignacio PULIDO /

V. DÍAZ PEÑAS

El viaje al occidente de Asturias se convirtió ayer en un martirio. Si ya de por sí transitar por el tramo de nacional entre Muros de Nalón y Las Dueñas es un suplicio, sobre todo por las retenciones y las obras, a día de hoy prácticamente paralizadas, ayer la cosa fue mucho peor. Los atascos fueron kilométricos y el tráfico en este tramo llegó a estar paralizado en varios puntos durante casi toda la jornada. En la rotonda de Muros de Nalón también se produjeron importantes retenciones que llegaron hasta el Alto del Praviano. Por poner unos ejemplos, el viaje desde este punto hasta la rotonda, que normalmente lleva unos cinco minutos, llevó a los conductores ayer tres cuartos de hora.

Los conductores no sólo tuvieron que soportar largas colas en el punto en el que la Autovía del Cantábrico deja de existir. Desde Muros hasta el siguiente tramo de doble carril, el tráfico fue tan denso en sentido La Coruña que era prácticamente imposible circular por encima de los treinta kilómetros por hora. Los cruces de El Pito, San Juan de Piñera y Las Dueñas fueron puntos conflictivos y la circulación también llegó a detenerse en varias ocasiones. En sentido Oviedo el tráfico fue algo menos denso, aunque también se registraron atascos. Los accesos a la rotonda de Muros desde el pueblo y desde la antigua nacional también se vieron colapsados durante buena parte de la mañana y por la tarde.

El tráfico al Occidente quedó colapsado, mientras que las obras de la autovía están paradas en unos tramos y ralentizadas al mínimo en otros. Un buen ejemplo es el gigante de la Autovía del Cantábrico en el Occidente, el nuevo viaducto de la Concha de Artedo, que está dormido. Las obras están prácticamente paradas desde hace días y en su ejecución apenas trabaja una veintena de operarios, quince de ellos destinados exclusivamente a la construcción de las pilas restantes. Por su parte, el carro encargado de colocar los jabalcones sobre los que se apoyarán los voladizos de hormigón situados a ambos lados del tablero del paso elevado se detuvo el pasado lunes a la altura del quinto pilar. Con todo, ésta sigue siendo la única infraestructura del tramo Muros-La Dueñas en la que aún se registra actividad. Antes en este tramo trabajaban unos tres centenares de trabajadores.

Los trabajadores del viaducto de Artedo resaltan que «tan sólo trabajamos una veintena de obreros, quince de ellos destinados a ejecutar las dos pilas restantes de las dieciséis previstas y un espaldón. El resto se encuentra en la cimbra que tiende el tablero». Los trabajadores han sido divididos en tres equipos integrados por cinco miembros.

Cada uno de estos equipos trabaja por separado. En concreto, anteayer un equipo estaba empleado en las labores de hormigonado del penúltimo pilar. Otros cinco trabajadores se ocupaban de encofrar la última pila y el resto participaba en la ejecución de la zapata de un espaldón en el extremo occidental del puente. «Estamos de prestado aquí hasta que acabemos los pilares. Calculo que a principios de septiembre acabaremos con este trabajo. Entonces, todos nos iremos para casa», lamenta un operario que ha preferido mantener su anonimato.

Ciento diez metros de altura en su punto más elevado, 1,2 kilómetros de longitud y dieciséis pilares. Ésta es la carta de presentación del viaducto de Artedo, una construcción de proporciones faraónicas que, a día de hoy, está siendo ejecutada por menos de veinte hombres. En esta tesitura es evidente que las labores tienen para rato. Y es que mientras que las pilas toman forma lentamente, la colocación de los jabalcones a ambos lados del tablero se ha detenido a la altura del quinto pilar, o, lo que es lo mismo, once pilares antes del final del viaducto. «El carro se detuvo el pasado lunes. Todo está prácticamente parado desde entonces», precisan los trabajadores, los cuales advierten de que «la cimbra apenas se mueve».

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