Bueno, pues esta mañana aciaga de 13 de agosto, llovizna y alivio en este calor que ahora nos agobia, salí tarde a comprar el periódico y me entero de lo tuyo cuando ya es imposible que llegue al funeral, que dice que será a la una, en San Pablo de la Argañosa. Rezo, improvisando, un padrenuestro, que seguro que no necesitas, pero oye, por si acaso, que yo todavía no sé todo lo que tú ahora sabes, y, como dijo Chesterton, al final de su hombre que sabía demasiado, pero no bastante, todo lo que vale la pena saber.

No sabía de tu enfermedad ni de que anduvieras con problemas, y ahora tu falta deja pendiente esa última charla que nos habría gustado mantener con un amigo, sobre todo cuando el amigo, compañero de tantas cosas, lo es a través de tantas coincidencias y tantas discusiones, a pesar de todo, porque nos tocaron, a poco de conocernos, circunstancias y avatares sin precedentes para nosotros, estudiantes de posguerra y condiscípulos de mucha de la materia aprendida a veces a trancas y barrancas.

Como cuando aquello de roturar el campo político para los tiempos nuevos y aprender a celebrar actos electorales e improvisar discursos y contarle a la gente lo que quería y lo que no quería oír.

Casi nos barren, ¿te acuerdas? No éramos la derecha fantasmal, monolítica, antañona con que nos trataban de disfrazar para echarnos fuera y cambiar de postura, después de tantos años, de modo que nos empujaron y por poco nos dejan sin voz ni voto, tras haber servido de puente para cruzar el Rubicón y sobrevivir, como pretendíamos y de algún modo predicábamos, todos juntos, si no acordes, por lo menos tolerándonos, equilibrando el barco para que navegase de bolina.

Nos tocaron tiempos difíciles, pero yo estoy convencido de que salimos si no triunfantes, por lo menos airosos, y aunque desde entonces tuvimos pocas ocasiones de seguir hablando de las cosas y los casos que pasan, seguíamos coincidiendo en casi todo lo fundamental y gran parte de lo accesorio.

Siento no haber estado en la iglesia para saludar a los tuyos, pero quiero asegurarte de que estoy aquí, en el grupo, cada vez más pequeño, de los que de este lado del espejo participamos tantas veces de convicciones que a veces cuesta defender, en esta época, ignoro si mejor o peor, desde aquí, desde el centro de este barullo de voces y esta crisis de principios. Poco te pude ofrecer ya ahora, cuando estoy seguro de que habrás alcanzado lo que algunos todavía andamos procurando, pero al recordarte y reafirmarme en aquella, que es esta, amistad, te ruego que desde ahí nos sigas ayudando. Un abrazo.