Oviedo, J. NEIRA /

J. A. ARDURA

Luis Fernández-Vega llegó a la política de la mano de su amigo Manuel Fraga Iribarne, que valoró el alto reconocimiento que el médico ovetense ya tenía entre la sociedad asturiana en 1978, cuando le pidió personalmente que se presentara a unas elecciones al Senado en plena transición. Luis Fernández-Vega, como tantas otras veces a lo largo de su dilatada vida, no pudo decir que no.

El oftalmólogo ovetense formó parte del núcleo en torno al cual se fundó Alianza Popular en Asturias, cuyas primeras reuniones se celebraron en el otoño de 1976. Allí estaban afines a Fraga como Rodrigo Grossi, Julio Álvarez Mendo o Juan Luis de la Vallina (fallecido hace dos semanas). Aquel grupo fundacional estuvo encabezado por Claudio Fernández Junquera, con Francisco Cimadevilla de gerente e Isidro Fernández Rozada como secretario.

La intensa actividad profesional hace que Fernández-Vega no esté en la primera línea política, pero a finales de 1977 Wenceslao Roces, senador asturiano del PCE, dimite. Entonces la cúpula asturiana de AP le sondea para que vaya como candidato y, pese a las resistencias iniciales de su familia por el tiempo que le quitará esa actividad, acepta tras mantener una charla con Fraga y recibir la petición formal del presidente del partido en Asturias, Manuel Robledo.

La foto de su cartel electoral todavía se recuerda por su espontaneidad, con la chaqueta sobre un hombro, un libro debajo del brazo, una sonrisa que ni la política le pudo hurtar y el lema «esta vez está muy claro». El «oculista», que diría el por entonces alcalde de Tineo, Ramiro Mon, pateó la región, pero la victoria fue para el socialista Fernando Morán, que nada más saber el resultado le llamó para felicitarle por su campaña «limpia y honesta».

Desde entonces pidió a su partido que le dejara centrarse en la medicina y en su familia, pero en 1979 AP le planteó que fuera su presidente en Asturias. Aceptó, pero puso como condición tener un equipo de vicepresidentes que se encargaran de llevar el día a día del partido, una tarea que recayó en Francisco Álvarez-Cascos, Pablo García Vallaure y Román Suárez Blanco, con Isidro Fernández Rozada en la secretaría del partido. Estuvo en el cargo un año, para en lo sucesivo ejercer un liderazgo moral sobre los conservadores asturianos.