Mieres del Camino,

C. M. BASTEIRO

Los técnicos del programa de control del oso pardo del Fondo Asturiano para la Conservación de Animales Salvajes (Fapas) han avistado hace unos días a un plantígrado que lleva en una de sus patas delanteras restos de una trampa furtiva. El animal, localizado en la frontera del occidente de Asturias con León, pudo sobrevivir porque se trata de un ejemplar de 3 a 4 años y el cepo en el que cayó era para apresar jabalíes.

Una de las cámaras que el Fapas tiene en zonas de paso permitió captar la imagen del oso, que lleva en una de sus patas delanteras dos piezas metálicas. Una, según la observación de los técnicos, es «una presilla de las que se utilizan para apretar los cables de acero con los que se hacen las trampas»; la otra pieza «parece más circular, pero no se ha identificado».

El presidente de esta entidad, Roberto Hartasánchez, comentó que «la caza furtiva, especialmente las trampas para capturar jabalíes, sigue siendo una de las principales causas que contribuyen a la desaparición del oso pardo». En cuanto a la peligrosidad de los cepos, precisó que «son verdaderamente mortales para los oseznos, un oso joven o adulto puede llegar a romper el cable de acero. Pero un esbardo muere con toda seguridad».

El oso avistado en el occidente de Asturias es joven, «posiblemente está entre los 3 y los 4 años», por lo que pudo sobrevivir. De momento, Fapas no puede dar más datos sobre el ejemplar porque «seguimos controlándolo, para ver adónde se dirige y enterarnos en dónde se encontró con la trampa».

Hartasánchez recalcó «el empeño de Fapas para identificar a los furtivos», aunque admitió que es «difícil» terminar con la caza ilegal. «Cada vez que se descubre una trampa es una mala noticia porque nos recuerda que el furtivismo, la mayor causa de mortalidad del oso cantábrico, aún está a la orden del día», afirmó.