Actor y cantante, actúa esta noche en Luanco

Avilés, Saúl FERNÁNDEZ

De casta le viene al galgo. Jacobo Dicenta (Madrid, 1972) es hijo, nieto y bisnieto de actores. Su padre fue Manuel Dicenta, que se inició en la compañía de María Guerrero, y su abuelo Joaquín escribió «Juan José», el drama obrero que abrió a finales del siglo XIX aquello que después se vino en llamar «neorromanticismo». Jacobo Dicenta despedirá esta noche (23.00 horas) «Las noches de velas y estrellas», el ciclo musical que programa Nacho Artime a la sombra de la Torre del Reloj de Luanco (Gozón).

-Esto de que ahora sea cantante...

-... Es relativamente nuevo, no se crea. Siempre he querido cantar, pero la vida me ha llevado por el teatro, el cine o la televisión. La verdad es que he hecho seis o siete musicales... y hace algunos años salía a los escenarios de algunos garitos de Madrid con un amigo. Lo que hacemos César Belda y yo es revisitar a los cantautores con los que crecí -Serrat o Sabina- o los que me iluminan ahora como Ismael Serrano o Buika.

-¿Y no hay teatro en este espectáculo?

-Hay un mínimo toque interpretativo, pero, claro, lo que el público va a ver es a un actor que canta. La idea del espectáculo es de César Belda, con quien trabajé en «Rocío no habita en el olvido». Tenía una espina clavada: cantar era una cosa que siempre había querido hacer, pero por una cosa o por otra... Así que la propuesta no la pude rechazar. Dije: «Lo hacemos y lo hacemos ya». Seleccioné como cuarenta temas que me gustaban y, al final, quedaron dieciocho o veinte.

-Empieza la gira.

-Nos presentamos en Valladolid. Tuvimos una actuación en Madrid y, ahora, esta de Luanco. Otoño pinta bastante bien. Cantaremos en Madrid.

-¿Y cómo se lo va a montar para no coincidir con las funciones previstas de «Angelina o el honor de un brigadier»?

-La verdad es que estoy apretado de fechas. Sobre todo después del día 8 de octubre, que es cuando reiniciamos la gira. Soy Germán, primero le robo la mujer al brigadier y después...

-Precisamente, el día 16 pasará por el teatro Palacio Valdés.

-Las fechas las tengo en el ordenador, en casa.

-¿Desconcierta hacer a Lope de Vega y también a «Mortadelo y Filemón»?

-Estrenamos en Oviedo, que nos trató muy bien; me lo pasé bomba. Nunca había dado vida a un personaje de cómic y eso marca. Me he dejado encasillar en los clásicos, pero hacer comedia es maravilloso. Hay que ser igual de riguroso haciendo de Mortadelo que a Lope. Le confieso que en el proceso de ensayos Juan Carlos Martín -que era Filemón- y yo presentamos algunas aportaciones para salir mejor de algunas escenas.

-Si hubiera dicho en casa que quería ser médico y no actor, ¿se hubiera montado el belén?

-Igual le hubiera dado a mi madre una inmensa alegría... La verdad es que cuando lo supo no se sorprendió nada. Hubiera estado bien: «Mamá, quiero ser abogado» y que ella dijera: «¿No prefieres ser actor?» Bueno, está encantada de que haya elegido esta profesión. A través de mí vuelve a vivir los años que compartió con mi padre. Siempre viene a verme.

-¿Pesa el apellido Dicenta?

-Es un orgullo tremendo ser hijo de quien soy y nieto de quien soy.