La Viliella (Cangas del Narcea), L. Á. VEGA

«El monte paga por todo. Si a uno le ponen una multa, o no le dan una licencia o no le dejen cortar árboles, puede pasarle por la cabeza quemar el monte», resume Juan José Rodríguez, vecino del núcleo de La Viliella (Cangas del Narcea), en plena reserva natural de Muniellos, que anteayer, lunes, sufrió un incendio forestal que destruyó 35 hectáreas de monte bajo y varios de los robles que han hecho de este bosque la joya verde de Asturias. Los vecinos están convencidos de que el causante de este fuego, que ayer aún humeaba, fue alguien que conocía el terreno. Buscaba, opinan, vengarse de la Administración. O simplemente limpiar la maleza de un camino que da acceso a las fincas. O abrir claros en el bosque para facilitar la caza, prohibida en este espacio protegido.

«Al que hizo esto habría que colgarlo», se quejó otro vecino. El fuego se quedó a medio kilómetro de las casas, pero ha destruido la ladera que se extiende tras el pueblo. Durante unas horas, algunos vecinos temieron por su integridad física. «Imagine yo que no puedo moverme bien. El fuego va a terminar devorando este pueblo», aseguró José Menéndez, impedido desde que tuvo un accidente en 1993.

«Nadie puede tener interés en quemar el monte. Ya nadie tiene ganado. Sólo queda en Larón, pero tiene todo el pasto que quiere», asegura Julio Rodríguez, de 74 años, que regresó hace unos años al pueblo. «Cuando había ganado, quemábamos para pastos, con cuidado de no dañar los árboles. Siempre se necesitaba madera para reparar alguna casa», confiesa.

El interés que ha suscitado el pueblo a raíz del incendio no deja de causarle cierto estupor. «En invierno nos quedamos incomunicados, pedimos ayuda para que abriesen el camino, pero no nos hicieron ni caso», añade.

El fuego ha cambiado la fisonomía de La Viliella. «Ahí arriba está el infierno», comenta Manuel Álvarez, en referencia al estado en que ha quedado el Col.láu. Álvarez, que se marchó del pueblo con 2 años y vuelve desde Madrid todos los veranos, siente la pérdida como propia. «Calculo que habrá ardido el setenta por ciento de la ladera. Esto da mucha pena», añade. Un paseo por el área quemada muestra a las claras que el riesgo de que el fuego se rebrote debe tomarse muy en cuenta. «Pisas en algunas partes y empieza a salir humo. No hay forma de apagarlo», indica Álvarez.

Los guardas forestales del Suroccidente recorrieron ayer el monte para evaluar el riesgo, mientras un helicóptero vertía cada diez minutos una cuba de agua sobre el área quemada. «Llamas ya no hay, pero hay mucho puntos calientes, que es lo peor», indica uno de los guardas.

Manuel Álvarez indica que llevan unos años pidiendo al Principado que limpie el camino de acceso a La Braña de La Viliella y a las praderas de La Pasada y La Porquera. Algún año fueron los propios vecinos los que sanearon el camino, por el que antes pasaba un carro, pero a riesgo de ser multados. No se puede tocar una brizna de la reserva natural. «Dicen que tienen los caminos así para ponérselo difícil a los furtivos, pero lo único que hacen es cerrarlos», añade Manuel Álvarez. De hecho, es prácticamente imposible dar un paseo por el camino que lleva a las fincas, un uso recreativo que, por cierto está prohibido.

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