Oviedo, J. E. MENCÍA

Hace ya más de un año, desde junio de 2009, que se arrastra el «culebrón» Cascos. Así han bautizado algunos el toma y daca abierto en el PP en torno a la «hipotética» candidatura de uno de los grandes «ex» de los populares, el gijonés Francisco Álvarez-Cascos: ex ministro de Fomento, ex vicepresidente del Gobierno con José María Aznar y ex secretario general del partido.

En este sinuoso recorrido de catorce meses, en ocasiones digno de contorsionistas políticos, uno de los tramos más desconocidos del camino es el punto en el que el PP asturiano -o, al menos, sus principales dirigentes- decidió que Cascos no sería su candidato en las próximas autonómicas, para las que tan sólo quedan ya por arrancar nueve hojas de calendario.

¿Qué hizo que el presidente regional, Ovidio Sánchez, y el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, cambiaran de opinión y pasaran de los elogios al rechazo a Cascos? ¿Cuándo sucedió? Ocurrió también en junio, pero de este año 2010. La marcha atrás llegó en el transcurso de una comida que mantuvieron en Madrid Cascos y De Lorenzo para hablar de la lista autonómica. El almuerzo, que buscaba un consenso, acabó como el rosario de la aurora.

Como en toda buena comida que se precie, en la del PP también hubo unos largos preparativos previos. Antes de aquello habían sido los elogios. Mal presagio. Reza el dicho popular: «Al freír será el reír y al yantar será el llorar». Meses antes del encuentro, Cascos y su entorno de seguidores, fundamental en todo lo ocurrido, dejan entrever que el ex ministro está interesado en volver a la política activa en Asturias. La había dejado en 2003 dando un portazo en la Delegación del Gobierno en Asturias, en una rueda de prensa a la que asistieron María Porto y varios hijos del primer matrimonio de Cascos. Las razones de aquella salida siguen sin estar, aún hoy, del todo claras.

Tras aquello, la posibilidad del regreso del «general secretario» sorprendió al PP asturiano. Pero, pese a que las relaciones eran distantes, sus principales líderes no mostraron rechazo. Aunque llevaba tiempo alejado del gijonés, Ovidio Sánchez elogió su capacidad política y no dudó en señalar entonces que sería un buen candidato. Gabino de Lorenzo, con una historia de encuentros y desencuentros con Cascos, lo definió de mano como «galáctico» de la política.

Tras el anuncio, pasa el tiempo y Cascos no da señales de vida. No reacciona ante los elogios, y muchos en el PP dudan de que realmente quiera volver a Asturias. Lleva siete años fuera del Principado, tiene una nueva vida, una nueva familia (su tercer matrimonio) y no lo ven residiendo en la región, donde ni siquiera tiene domicilio. Cascos es afiliado del partido en Madrid y el matrimonio ha fijado su segunda residencia en Santander, donde es vecino de Carmen Martínez Bordiu y José Campos. El ex ministro se encuentra muy bien en Cantabria, donde firmó a favor de la capitalidad cultural de Santander, competidora de Oviedo. Más tarde, empezado el cortejo en Asturias, también daría su apoyo a Oviedo.

Los dirigentes regionales del PP consideran entonces que todo obedece simplemente a un juego o estrategia urdido por Cascos para dar un toque de atención a Mariano Rajoy y advertir al líder nacional de que en caso de necesidad se encuentra disponible. «¿Cómo íbamos a pensar que alguien que en los últimos años sólo había mantenido contacto con Asturias para llevar al juez a la dirección de Pilar Fernández Pardo en Gijón y para criticar a Ramón García Cañal podía querer ser candidato en Asturias sin ni siquiera hablar con la dirección del partido?», es la pregunta retórica de un dirigente.

El entorno casquista empezó a lanzar mensajes: no son suficientes los elogios, a Cascos hay que ir a buscarlo a casa porque los galácticos no se ofrecen a los equipos, hay que traerlos por aclamación popular, dijeron. El candidato exigía un cortejo delicado cual novia exigente. La cosa no iba a ser fácil. Quedaba claro que los platos requerían una buena condimentación y una cocción muy lenta.

Entre silencios se escaparon varios meses hasta que se produce una conversación entre Cascos y Gabino de Lorenzo. El 11 de febrero el ex ministro llama al alcalde de Oviedo para departir sobre la candidatura. Hacía tiempo que ambos políticos no mantenían ningún tipo de relación. Tras muchos tiras y aflojas a lo largo de años, la frialdad era la tónica dominante. Trascendió que la conversación resultó cordial y que sirvió para limar asperezas. Acordaron entonces repetir los contactos. Al día siguiente, el partido mandó un mensaje en prensa asegurando que estaría dispuesto a apoyar la candidatura de Cascos si ésta no comprometía la unidad del PP en Asturias. Buena disposición y advertencia.

Cascos alardea de «una marea creciente» que le pide que sea candidato del PP en el Principado. Curiosamente, utiliza un término parecido al que empleó Sergio Marqués, su enemigo en la crisis popular de 1998, para justificar la creación de URAS. Marqués veía una «clara demanda social» que le pedía que siguiera en política al margen del PP. El camino empieza a allanarse.

Mientras los líderes hablan, los casquistas se afanan en llevar a la práctica la teoría de la mancha de aceite y van extendiendo, poco a poco, la idea de que Cascos será candidato y llevan a cabo una recogida de firmas para avalar al ex ministro como cabeza de lista. La cuestación del casquismo hace que Sánchez y De Lorenzo duden si Cascos está buscando la aclamación sin contar con ellos. Como la guindilla que sorprende en el plato, surgen las primeras chispas: las juntas de Gijón, Avilés, Mieres, San Martín del Rey Aurelio, Aller, Navia, El Franco, Vegadeo, Tineo, Pravia, Parres y Colunga rechazan la candidatura de Cascos por considerar que ellos quedarán fuera y de un golpe evaporan la aclamación que pedía el ex ministro. La marea creciente encontraba un dique. Fue a primeros de mayo y el PP parece abocado a una nueva guerra interna si no se logra un entendimiento.

El primero que huele el guiso es Ovidio Sánchez, que, tras hablar con Gabino de Lorenzo, y tras una nueva etapa de silencio de Cascos, decide acudir a Madrid y proponer a Mariano Rajoy que haga candidato al ex ministro. El presidente de los populares asturianos ha tratado de hablar con Cascos por teléfono en varias ocasiones y el ex ministro no se pone. Cuentan que en una de esas llamadas al móvil particular de Cascos llegó a charlar con María Porto, que prometió que el gijonés le devolvería el telefonazo. Hasta hoy. Con esa vía cerrada, Sánchez mira a Madrid para tratar de desbloquear la comunicación. Incluso Esperanza Aguirre se ofrece a mediar, pero ni por ésas. En prensa, Sánchez coincide con De Lorenzo señalando que la candidatura depende de que lo pida Cascos. Es otra advertencia: el PP asturiano quiere hablar con Cascos, pero de tú a tú; tiende la mano al acuerdo, pero no se muestra dispuesto a cruzar el Pajares para ir a buscarlo.

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