Oviedo, Raquel L. MURIAS

La historia de la madre de las conocidas osas «Paca» y «Tola», que murió a tiros en un monte de Tineo, podría volver a repetirse. Pero esta vez en Degaña. Dos esbardos de no más de nueve meses vagan solos por los montes de este concejo suroccidental desde agosto. Los vecinos y expertos se temen lo peor, ya que teniendo en cuenta la edad de los esbardos, deberían estar aún con su madre. No se descarta un caso de furtivismo o que algún cazador pudiera haber confundido a la osa con un jabalí y dispararle. El servicio de protección de la naturaleza del Principado de Asturias (Seprona) ya tiene constancia de la desaparición de la osa y se ha movilizado a la guardería, que busca, de momento sin éxito, a la hembra desaparecida en la zona de Degaña.

El asunto se lleva con total discreción desde la Consejería de Medio Ambiente, pero las alarmas han saltado, ya que la muerte de una hembra reproductora a manos del hombre supondría un varapalo a la política por la recuperación de la especie en la Cordillera y pese a que los datos revelan una recuperación de la población osera.

Los dos esbardos nacieron entre diciembre del año pasado y enero de este año y se les había podido ver acompañados de su madre durante los últimos meses. Pero desde hace algunos días los oseznos campan solos por el monte. Algunos apuntan a que podría ser que la madre se acercase a las viviendas de la zona en busca de frutos de los árboles y que fuese ahí donde alguien le disparase. Pero, de momento, todo son hipótesis. Otros señalan que no se puede descartar la posibilidad de un atropello, pero lo cierto es que nada se sabe del animal. Según los ecologistas y conservacionistas, aunque hay experiencias que desvelan que un esbardo de nueve meses puede salir adelante y alimentarse por sí mismo, lo cierto es que lo natural es que la madre no se separe de sus crías hasta junio del año próximo, cuando los oseznos tienen ya un año y medio y la madre entra nuevamente en celo. Así, los esbardos podrían estar en peligro.

No es la primera vez que Asturias se enfrenta a la muerte de un oso o a la aparición de un plantígrado herido. Y aunque las cosas han cambiado, y las asociaciones que trabajan en la recuperación de la especie han conseguido concienciar a la población del valor de la especie, lo cierto es que el pasado 24 de agosto un oso, de entre tres y cuatro años, fue avistado caminando con restos de una trampa en la frontera occidental que une Asturias y León. A pesar de la herida del cepo, el oso sobrevivió.

Menos fortuna han corrido otros ejemplares de esta especie. El más llamativo y el que marcó un antes y un después fue precisamente la muerte de la madre de «Paca» y «Tola». Un furtivo terminó con su vida en junio de 1989 en un monte de Tineo. Sus hijas, «Paca» y «Tola, se convirtieron entonces en las imágenes vivas de la lucha por la conservación de la especie y en contra del furtivismo. El oso pardo siempre ha sido una de las especies más perjudicadas tanto por la caza furtiva como por el uso de venenos. La osa «Gedrecina» sufrió en 1999 los efectos del envenenamiento, pero sobrevivió; el oso «Cuervo» fue una víctima involuntaria del programa de radiomarcaje, murió en mayo de 1998 en medio de una intensa polémica. En los datos positivos se encuentran «Paca» y «Tola», y «Villarina», que volvió al monte tras su contacto con humanos.