La experiencia dice que el mejor político es el que tiene más capacidad de cambio y adaptación. Aunque todo tenga sus límites, y los muchos cambios le acaben desfigurando a uno (como en vida le ocurrió a Michael Jackson), el juego está en seguir siendo reconocible a pesar de todo. Zapatero acaba de apostar por el cambio generacional hacia atrás, al hacer primer ministro suyo a Alfredo Pérez Rubalcaba, un hombre del tiempo político de Felipe González, aunque en edad biológica equidiste entre éste y ZP. Es una severa reconsideración del culto a la juventud que practicaba ZP, y le llevó a jubilar anticipadamente a todo el felipismo. Da la impresión de que la gente lo recibe con alivio, como si al fin la sensatez se hubiera instalado en las alturas, en concreto en la Vicepresidencia Primera. En cuanto a ZP, se acredita como gran mutante, aunque esté por ver cuánto queda en él de reconocible.