¿Cómo es posible que no sean capaces de gastar un billón de las antiguas pesetas? Resulta inaudito. La lógica indica que el problema siempre es la falta de dinero. Conseguirlo. No disponer de millones de euros para hacer obras, desarrollar proyectos, atraer empresas, invertir en formación..., y no saber emplearlos con diligencia. El caso de los fondos mineros es, por tanto, ilógico. Hay miles de millones a disposición, pero en trece años de vigencia de los dos planes de la Minería (1998-2005 y 2006-2012) no han sido ejecutados en tiempo y forma. Más allá de la controversia sobre si están inmovilizados 900 o 20 millones de euros, lo diga el SOMA o el Principado, la realidad es que las Cuencas, en particular, y Asturias, en general, echan en falta decenas de actuaciones acomodadas en ese limbo en el que se ha convertido la gestión de los fondos mineros, gracias a la falta de voluntad política (una autovía puede acumular demoras, pero un plan turístico parado cinco años es indefendible), nefasta administración y enmarañamiento burocrático.

Cierto es que muchos proyectos son hoy una realidad y el inicio del cambio de las Cuencas es visible, pero insuficiente. Que no han dado el resultado apetecido es una realidad palpable. No hay más que recurrir al listado de actuaciones pendientes, las elevadas cifras de paro o el imparable despoblamiento. Y en época de crisis y recesión los descosidos son más aparentes, las necesidades más perentorias, el tiempo perdido irrecuperable, y las críticas y las quejas más sonoras.

Sobre el papel, los sindicatos mineros (SOMA y CC OO) son los conseguidores de los fondos, y los gobiernos asturiano y central, con la participación de los ayuntamientos, los encargados de la gestión. Sorprende que hoy sea prácticamente imposible clarificar qué obras se han realizado, cuándo, cuánto dinero se ha invertido, cuánto queda por gastar, qué prioridad se dará a los proyectos pendientes y en qué medida afectarán los anunciados recortes del 44 por ciento. Unos dicen desconocerlo (sindicatos y alcaldes); quienes lo saben (las administraciones públicas) lo ocultan.

En la tupida nebulosa en la que se ha convertido con los años la gestión de los fondos mineros, resulta imprescindible e inexcusable poner ya una luz clarificadora que despeje estas incógnitas. El Principado y el Ministerio de Industria están obligados a hacer públicos los listados de las obras ejecutadas, las pendientes, las inversiones realizadas y el dinero por gastar.

Además, es exigible la agilización de los proyectos para que a la salida de la crisis los polígonos, centros tecnológicos, infraestructuras y planes de promoción turística atascados en el embudo de la burocracia estén para entonces preparados y listos para el cambio definitivo del modelo económico de las comarcas mineras.