Oviedo, Marta PÉREZ

«A eso en mi pueblo se le llama gymkhana». Jorge Martínez Etchegoyen, ovetense de 27 años y jugador de rol desde los 12, está harto de explicar a la gente que rol no es igual a un grupo de frikis «haciendo el paria por la calle» para cumplir una serie de retos. Existe mucha leyenda negra -cada vez menos- sobre este tipo de juego, cuyo ingrediente principal es la imaginación. Los que lo practican echan la culpa de su mala fama a todo lo que llovió tras el «caso Rosado», el asesinato de un hombre en Madrid en 1994 que se relacionó con los juegos de rol. Uno de los condenados, Javier Rosado, se había inventado un juego de rol llamado «Razas». La sentencia aclaró después que el crimen tenía más que ver con que su autor era un psicópata que con el rol. Con el tiempo, el Ministerio de Cultura publicó un informe a favor de los juegos de rol diciendo que fomentan la lectura y la socialización del individuo, y los ayuntamientos comenzaron a incluir esta actividad en sus programas de ocio alternativo juvenil. En Asturias existen en la actualidad seis asociaciones de jugadores de rol, todas subvencionadas, y que organizan actividades esporádicas.

Para hablar de juegos de rol con propiedad hay que partir de una clasificación inicial, explican los expertos jugadores. Así, existen dos tipos de juegos de rol: de mesa y en vivo. El rol de mesa es el más habitual y la diferencia fundamental con un juego de mesa convencional es que el rol exige continuidad. «La partida más larga que jugué duró cuatro años», cuenta Pablo Álvarez Pérez, ovetense de 29 años. «Para jugar basta con un grupo de cuatro o cinco personas, un lápiz, un papel, unos dados y el "master", la persona que piensa la historia», explica Jorge Rodríguez Álvarez, ovetense y estudiante de Veterinaria de 22 años. «El juego más conocido es "Dragones y mazmorras", ambientado en una edad medieval y fantástica. Creas un personaje que va consiguiendo logros que le dan puntos de experiencia. Los dados son los que dan aleatoriedad al juego», señala. «La primera vez que jugué escogí un elfo ecologista y es el personaje que me ha acompañado siempre», relata.

Los jugadores de rol coinciden en señalar que más emocionantes son los juegos de rol en vivo. Y todos puntualizan que al rol en vivo se juega en un recinto cerrado y que requiere de una serie de permisos. «Yo me lo pasé genial en una partida de gángsteres. Me vestí de Al Capone y me metí totalmente en el papel. Es como un teatro donde interpretas a un personaje», señala Martínez Etchegoyen. Este ovetense regenta una tienda en la capital asturiana donde se juega al rol. Es todo un experto en la materia e incluso llegó a crear un juego de rol sobre los Pitufos, del que no está especialmente orgulloso. Cada jueves por la noche se reúne con sus amigos para jugar la partida. «Unos le dan al tute, y nosotros al rol», asume.

¿Son unos frikis? «A mí no me importa que me llamen friki. Un forofo del fútbol también es un friki, porque friki es una persona a la que le gusta mucho algo», analiza Jorge Martínez. Frikis o no, los «roleros» tienen claro que si alguien les teme es por ignorancia.