«La velocidad no es siempre la mejor política. La evolución trabaja bajo el principio de la supervivencia del mejor adaptado, no del más rápido. Conviene recordar quién ganó la carrera entre la tortuga y la liebre». Está claro que el que habla -Carl Honoré, autor de «Elogio de la lentitud» y periodista reconvertido en apóstol de la tranquilidad- defiende la cultura slow. A menos de seis meses de la cita electoral del próximo 22 de mayo, los candidatos al Principado y, también, los aspirantes a candidato, que de todo hay, caminan cada uno a su ritmo. Unos son slow y otros más, al paso que van, acabarán dejándolo todo para la recta final, para el sprint.

l Desde lejos. Empezó antes que nadie a paso lento, y en ello sigue, Javier Fernández. El secretario general de la Federación Socialista Asturiana (FSA) acaba de cumplir una década al frente del PSOE regional, pero las encuestas indican que sigue siendo un desconocido para buena parte de la ciudadanía. Con esta premisa, a Fernández no le viene mal una campaña larga. Sus tiempos han sido: golpe de mano en febrero en Mieres; confirmación oficiosa junto al ministro José Blanco, en Avilés, en abril; camino despejado en julio con la renuncia de Vicente Álvarez Areces, y a rodar con todos los papeles en regla desde principios del otoño, cuando la dirección federal del PSOE aprobó las candidaturas.

l Soltándose. En estos meses, Fernández ha ido cogiendo soltura como candidato, mejorando puesta en escena y discurso, un in crescendo que notan los que han asistido a sus intervenciones en Gijón, Mieres, Avilés y Madrid. No es fácil. La comparación con la coreografía de Areces, en eterna campaña, es inevitable y meterse en el papel de candidato le supone a Fernández una lucha contra su propia personalidad: seria, introvertida y poco exuberante. Igual que dicen de Rajoy sus colaboradores, los cercanos al socialista opinan que el perfil de este ingeniero de minas natural de Mieres «encaja mejor con un gran presidente que con un gran candidato».

l Para empezar, escuchar. Javier Fernández es un veterano de la política, pero salvo un corto período al frente de la Consejería de Industria siempre ha ocupado cargos orgánicos u otros no enfrentados con la primera línea de la calle, y lejos queda ya su etapa de diputado nacional y portavoz socialista de Energía. Para ir tratando con la realidad asturiana, cara a cara, más allá de la que llega filtrada a su despacho de secretario general en Santa Teresa, el candidato socialista ha iniciado una ronda de encuentros con entidades y colectivos sociales, profesionales y económicos de la región. «Venimos a escuchar», dijo tras la reunión con la Universidad con la que abrió su gira. Escuchar. Algo muy slow también.

l A la cabeza. Fernández huye de la estridencia del eslogan, no es un candidato al uso, prefiere explicar la realidad de forma escolástica, incluso aburrida, convencer con argumentos ásperos que encandilar con frases redondas y palabras huecas. El socialista va más a la cabeza que al corazón, algo que, en los tiempos que corren, no asegura un buen resultado. Claro que, tampoco está el patio socialista para tirar cohetes. Casi diecinueve puntos de ventaja dan al PP las encuestas nacionales. El líder de la FSA lo sabe y, sin grandes aspavientos, sin llegar al estilo Barreda, trata de marcar distancias con Zapatero. Lo hizo con los impuestos y lo repitió con la supresión de la paga de 426 euros a los parados que pierden el subsidio de desempleo.

l Gurú slow. El candidato del PSOE es poco conocido, pero el PP no tiene. Los populares asturianos andan a la gresca entre dos opciones: el ex ministro Francisco Álvarez-Cascos y la portavoz del PP en Oviedo, Isabel Pérez-Espinosa. Ante tan honda fractura, ambas partes miran hacia Mariano Rajoy, gurú del movimiento lento, esperando una señal. «Cuando los problemas envejecen por negligencia se solucionan mucho peor (...) Usted lo deja todo para el último día y luego pasa lo que pasa», aseguró ayer el propio Rajoy en el Congreso para criticar la actuación del Gobierno de Zapatero en el conflicto con los controladores.

Mientras unos y otros esperan, Cascos anuncia su próxima presencia en varios actos de adhesión que se celebrarán en Asturias y Madrid. Y la portavoz del PP ovetense comienza a ejercer de candidata provisional, pero sin quemarse como muchos esperaban: «Me parece muy bien que el PSOE no me ataque ni entre en el debate, no hay ideas y no confrontan. En cuanto a la crítica en el PP? sólo trabajo con prudencia y responsabilidad, di el paso al frente porque me lo pidieron. Para nada me siento quemada».

l IU, a buscar la diferencia. Pendientes de Cascos, el resto, los pequeños partidos, sigue de cerca las evoluciones de PSOE y PP. En la coalición de IU, con Jesús Iglesias ya designado, miran hacia el ex ministro. Si finalmente viene, temen que el voto de izquierda bascule por completo hacia el PSOE. Y si no viene, se frotan las manos ante la expectativa de pescar en las aguas revueltas del desencanto socialista. Pero para ello IU debe diferenciarse. No es tarea fácil. La coalición ha apoyado las políticas socialistas de ajuste y recorte salarial a los funcionarios y, más recientemente, los Presupuestos, así que alejarse de la sombra del PSOE resulta más complicado que lanzar lejanas críticas a Zapatero. No debe extrañar que la coalición se ponga en breve a buscar puntos de desencuentro con sus socios de gobierno, aunque también es probable que espere a que deshoje el PP.

l El efecto Cascos y la bipolarización. Los extraparlamentarios están en idéntica situación. En PAS-URAS, IDEAS, UPyD y la lista nacionalista de izquierdas que podría liderar el ex diputado Francisco Javier García Valledor también se especula con la concurrencia de Cascos. Xuan Xosé Sánchez Vicente, que liderará la candidatura de PAS-URAS, es el que menos influencia otorga a la participación del ex ministro en los comicios. En IDEAS, encabezados por Juan Morales (ex PP), sí confían en atraer a un buen grupo de descontentos del casquismo si el ex ministro no lidera la lista popular. La coalición nacionalista de izquierdas que encabezaría Valledor espera pescar entre los defraudados por el seguidismo de IU al PSOE, mientras UPyD trabaja para recuperar la energía que tuvo hace casi un año y que ahora está a la baja. Unos y otros están expectantes, presas del «slow marianista», su decisión puede acabar bipolarizando la campaña y condenándoles al frío que hace fuera de la Junta.