Oviedo, Pablo GONZÁLEZ

Homenajes, un clamor popular que les pide dar un paso al frente, recogidas de firmas para tratar de flexibilizar los estatutos del partido, apoyos que se van desvaneciendo con el paso del tiempo y la renuncia al carné del PP. Éstos son sólo algunos de los hechos que se repiten como dos gotas de agua en la intrahistoria de la crisis del Gobierno de Sergio Marqués (PP) en 1998 y en la de la frustrada candidatura de Francisco Álvarez-Cascos, ex ministro de Fomento y principal protagonista de aquella pugna interna de los populares que llevó a Marqués a gobernar el Principado durante dos años sin apoyos y a fundar URAS.

l De la «clara demanda social» de Marqués a la «marea creciente» de Cascos. El clamor de las bases es uno de los argumentos sobre el que ambos políticos sustentaron sus reivindicaciones. Marqués intentó en 1998, tras su guerra abierta con el ex ministro y por aquel entonces secretario general del PP, repetir como candidato en las autonómicas de 1999. Visto que bajo las siglas del PP iba a ser imposible ante la oposición de la dirección regional y nacional, Marqués y los suyos optaron por crear un nuevo partido, la Unión Renovadora Asturiana (URAS) al creer que existía «una clara demanda social». «Teníamos encuestas que mostraban que el 97% de los asturianos, votasen a quien votasen, apoyaban a Marqués frente a Cascos», rememora uno de los protagonistas de aquellos días. Doce años después los afines a Álvarez-Cascos pedían que el ex ministro fuese el candidato al Principado ante la «marea creciente» de apoyos.

l Manifiestos de apoyo de alcaldes, juntas locales, y recogida de firmas. Al igual que en el proceso de Marqués, en el caso del ex ministro de Fomento, diputados, alcaldes del PP y algunas pequeñas juntas locales mostraron su apoyo a Álvarez-Cascos a través de manifiestos o resoluciones. Marqués también contó con el apoyo de consejeros de su Gobierno y algunos diputados del PP en la Junta. Con el paso de las semanas las adhesiones a Marqués comenzaron a menguar. También coinciden en la recogida de firmas. La gente de Marqués llegó a enviar a José María Aznar a Génova más de 7.000 firmas alabando su figura. Los de Álvarez-Cascos pusieron sobre la mesa una cantidad similar.

l Entre espichas y macrofabadas. Los partidarios de Marqués llegaron a organizar más de una docena de actos, desde una multitudinaria fabada en El Franco a una cena en Otur (Valdés) bajo una pancarta con el lema «Asturias ya tiene presidente». También hubo actos parecidos en Laviana, Tineo, Siero y Avilés. Incluso hubo uno en Carrio (Laviana) en honor de Elena Prendes, esposa de Marqués. En la mayor parte de estos homenajes Sergio Marqués participó junto a muchos consejeros, directores generales, alcaldes y diputados. En el caso de Álvarez-Cascos se alternaron las espichas (hubo en Avilés, Gijón y Villaviciosa) con las conferencias que el ex ministro ofreció en varios puntos del país -la última tuvo lugar días atrás en Oviedo- sobre su papel en el desarrollo de las infraestructuras en su etapa al frente de Fomento.

l Intentos para «regatear» a la dirección del partido. Tanto los marquesistas como los casquistas trataron de dar una «vuelta» a los estatutos del PP para evitar a la dirección del partido. Así, el círculo de Marqués intentó forzar la convocatoria de la junta directiva del partido, el órgano más importante entre congresos. Los casquistas directamente plantearon la convocatoria de un congreso extraordinario.

l El silencio del ex ministro. Durante casi seis meses Álvarez-Cascos no se posicionó sobre los problemas con el Gobierno de Sergio Marqués. En esta ocasión tardó otro tanto en hablar de viva voz sobre su candidatura.

l Arma contra Génova. La pelea de Álvarez-Cascos y Marqués transcendió a escala nacional, lo que fue utilizado para tratar de desgastar la imagen del partido liderado por Aznar. Muchos temen que este nuevo episodio casquiano pueda ser utilizado contra Mariano Rajoy.

l Denuncias por la vía notarial. Un diputado del PP llegó a acusar al Gobierno de Marqués de estar implicado en «la corrupción más grande de Europa» por un asunto relacionado con adjudicaciones de fondos mineros. Benjamín Vilaboa denunció que se había falsificado su firma en el comité electoral regional del PP que rechazó la candidatura de Álvarez-Cascos. Los casos acabaron en manos de un notario.

l A las puertas de una época dorada. La guerra Cascos-Marqués se produjo cuando muchos militantes y simpatizantes del PP auguraban una época dorada para el partido en Asturias, con Aznar a las puertas de su primera victoria por mayoría absoluta y con dos ministros asturianos con carteras de peso (el propio Cascos, como vicepresidente, y Rato, en Economía) en su gabinete. Ahora la época dorada se auguraba, al menos para el PP, con la posibilidad de aprovechar los efectos políticos de la crisis para tratar de recuperar la Moncloa y para hacer lo mismo en el Principado una vez cicatrizadas las heridas de hace doce años.

l El abandono del PP y ¿la creación de un nuevo partido? Sergio Marqués optó por romper sus relaciones con el PP -llegó a asegurar que «a mí me expulsaron del PP, no me marché»-, fundando URAS a finales de 1998. Esta decisión llevó a los más próximos de Álvarez-Cascos, como es el caso de Isidro Fernández Rozada, presidente regional del PP por aquel entonces, a tildar a los fundadores del nuevo partido de «tránsfugas» que «intentan romper» el partido.

Oviedo

Las informaciones sobre el golpe de autoridad de Rajoy y su elección como candidata en Asturias de Isabel Pérez-Espinosa en detrimento de Francisco Álvarez-Cascos y la renuncia del ex ministro a seguir militando en el PP suman en lne.es más de 1.200 comentarios de los internautas. Esto supone todo un récord en la prensa asturiana y supera a acontecimientos como los campeonatos mundiales de Fórmula 1 logrados por Fernando Alonso y al triunfo de la selección nacional de fútbol en el Mundial de Sudáfrica.

«Tus fieles te pedimos que encabeces una lista en Asturias»

«Cascos, tus fieles te pedimos que encabeces una lista por Asturias para arrasar a toda la fauna de ineptos que no han empatado con nadie en su vida. A Gabino, como esta señora le hace sombra en Oviedo, la envía al Principado para que la probina se estrelle, porque no la quieren ni de presidenta en su comunidad de vecinos. Ovidio, eres perdedor, una marioneta de Gabino.

«No entiendo cómo se puede pensar que Cascos es un renovador»

No salgo de mi asombro; leo y releo los comentarios en este foro sobre la figura de un personaje que en el resto de España tiene, no ya un tono menor, sino un regusto a caduco y viejo, y me encuentro con un tropel de foristas que asocian al exministro con... ¡renovación! Siendo Asturias una provincia algo pintoresca y simpática para los españoles, difícilmente podrá salir de su ostracismo clariniano si no presenta ante España su versión más dinámica y tolerante, que, sin ofender, está ausente en la inmensa mayoría de los comentarios aquí recogidos. Los partidos son los vehículos de la voluntad de poder y gobierno, y sus políticos tan efímeros como la memoria colectiva.

En este joven sistema nuestro quedan muchas cosas por mejorar y una de ellas es la conversión de los partidos en entidades que respondan al sentir de sus afiliados y votantes. Todo esto se evitaría con un sistema de listas abiertas. Hablamos de democracia, pero luego los partidos envían un mensaje de Fuenteovejuna todos a una en la mejor línea estalinista. No soy votante del PP, pero tal vez me lo plantearía si pudiese poner una cruz a gente como Gallardón o Pimentel... Nunca a Gabino o a Cascos, cuyas maneras se asemejan a las del partido de Berlusconi. Creo que, en general, nuestros políticos viven de espaldas a lo que opina la gente.

Cascos se va, porque tiene, efectivamente, demasiada dignidad como para ver delante a todos estos perdedores apesebrados que te la dan por la espalda con tal de estar en el poder, mejor, en la oposición, porque ganar nunca ganarán, al no estar capacitados. Un hombre de los pies a la cabeza. Si hubiera llevado los destinos de Asturias, jamás le temblaría el pulso para pedir y levantar la región. No como Tini Areces u Ovidio Sánchez, que sólo saben hacer genuflexiones. Así estamos: de las regiones más empobrecidas. Tenemos lo que nos merecemos y nada más.

Por fin volveré a votar al Partido Popular. Desde lo de Sergio Marqués no lo había hecho. Me pareció muy mal, muy impresentable e injusto lo que le hizo Álvarez-Cascos, y además se quitó de delante, espetándole el marrón a Ovidio Sánchez, que lo hizo muy bien. De hecho, nunca bajó en votos. Fue subiendo y reparando los destrozos que había hecho Álvarez-Cascos. Siento no haber votado nunca a Ovidio Sánchez. Las pasadas autonómicas estuve en un tris, pero lo que había hecho Álvarez-Cascos con Sergio Marqués seguía pesando demasiado.