Marta Renedo Avilés, la ex jefa de servicio de Procesos Administrativos que se encuentra en prisión provisional acusada de corrupción administrativa, contaba al menos con tres cuentas bancarias abiertas con identidades falsas. En ellas, Renedo realizaba pagos de adjudicaciones falsas y recibía supuestas comisiones, siempre según la línea de investigación abierta por la juez, Ana López Pandiella. En el sumario judicial se calcula que por estas cuentas y otras cuatro, una abierta al nombre de su empresa, Implants Mounts, y tres personales, podría haber pasado hasta millón y medio de euros.

Para abrir las cuentas falsas, Renedo Avilés utilizó datos personales de ciudadanos, siempre mujeres, que figuraban en el registro de acreedores del Principado porque en alguna ocasión habían recibido una subvención o algún pago de la Administración regional. Eso facilitaba superar los controles internos.

Gracias a la denuncia interpuesta por una de las afectadas, una joven gijonesa, cajera de un supermercado, A. V. F., se destapó todo el entramado. La chica fue requerida por Hacienda tras recibir un pago de más de cien mil euros. Sorprendida, la joven descubrió que alguien había usado su identidad para abrir la cuenta. Ese alguien era Marta Renedo Avilés. La denunció por usurpación de identidad y «se descubrió todo el pastel».

Esa no era la primera vez que funcionaria, mujer de la confianza de la consejera Ana Rosa Migoya, tenía problemas por sus tejemanejes bancarios. Otra vecina de Gijón, una mujer sexagenaria, también la había descubierto, se percató de la estafa cuando al hacer la declaración de la renta le apareció una cuenta con miles de euros que ella no podía justificar. Tras preguntar en la entidad bancaria por lo sucedido, un bancario le concertó una cita con Marta Renedo Avilés, que le prometió que iba arreglarlo todo, pero que, por favor, no la denunciara. No hubo acuerdo y la mujer se fue del banco perseguida por Marta Renedo Avilés. La funcionaria puso tal empeño en convencer a la mujer de que no la denunciara que fue necesaria la intervención de varios trabajadores de una obra y de la Policía. Al parecer, cuando llegaron los agentes, Renedo llegó a arrodillarse ante la mujer para pedirle perdón y volver a prometer que lo «iba a arreglar todo». No se libró de la denuncia por acoso pero la investigación no fue más allá y Renedo pudo seguir adelante con sus turbios negocios.

Otra de las víctimas de Renedo fue una anciana incapacitada. Tomó los datos de una subvención que le había abonado el Principado. En esta cuenta, Renedo Avilés movía unos doce mil euros al mes.

Pero, ¿cómo actuaba Marta Renedo para conseguir eludir durante varios años la actuación de la justicia? La funcionaria utilizaba internet para abrir las cuentas bancarias aprovechando que Bankinter ofrece esta opción. La red permite operar sin necesidad de identificarse personalmente y, visto lo ocurrido, permite que un ciudadano abra un depósito libremente. Renedo se aprovechaba de las nuevas tecnologías y abría cuentas en las que ella sólo figuraba como «persona autorizada», esto es, a pesar de no ser la titular del dinero, podía disponer de la cantidad que quisiera cuando quisiera. Ella solía decir que eran para familiares ancianos o enfermos. Para realizar transferencias a las cuentas en las que Renedo Avilés «escondía» el dinero, la funcionaria utilizaba los servicios de banca a distancia accesibles desde un teléfono móvil que tampoco figuraba a su nombre, precauciones que chocan con la «burda» maniobra de registrarse como autorizada en las cuentas.

Uno de los depósitos investigados estaba vinculado sólo con una tarjeta de El Corte Inglés. Renedo solía hacer múltiples compras. Le gustaba la ropa de marca, las cremas y los perfumes caros. En una de las escuchas telefónicas que ha realizado la Policía por orden judicial, un funcionario se refiere a Renedo como «mi glamurosa jefa de servicio». El glamour se transformó en una acusación de malversación de fondos públicos, cohecho, fraudes y exacciones fiscales.