Comisario principal, jubilado el mes pasado

Oviedo, L. Á. VEGA

El comisario principal Alfonso Héctor Rodríguez, jefe hasta su jubilación, el pasado día 12 de enero, de la unidad de coordinación operativa territorial y, por tanto, segundo jefe de la Jefatura Superior de Oviedo, ha pasado por alguno de los puestos clave de la Policía asturiana, a la que este madrileño llegó en 1985. En la región ha dirigido la brigada provincial de seguridad ciudadana, la unidad de intervención (los conocidos antidisturbios, de los que fue responsable en la época de la reconversión industrial), los Tedax (o artificieros) o la Policía de proximidad. Quienes le conocen, dicen de este militar metido a policía que es ante todo una buena persona, de valores enraizados, que sabe ganarse a la gente a base de buen humor. Ya fuera de la Policía, asegura que la asturiana no ha sufrido la crisis, pero que la sufrirá en años próximos. El viernes fue homenajeado en Casa Lobato.

-¿Cómo acabó en la Policía?

-Fue en 1972, cuando siendo teniente en el Ejército fui nombrado jefe de la guarnición de la Policía Armada de León, los conocidos «grises». Tenía 24 años y mandaba a 300 efectivos, algunos de ellos procedentes de los grupos de asalto. Era gente realmente dura, nunca protestaba por el servicio. Eso sí, cuando yo pasaba, alguno soltaba: «¿De dónde habrá salido el niñato éste?». Terminé metiéndomelos en el bolsillo, porque me preocupaba por sus problemas, por su familia, algo que no se estilaba entonces. También les mejoré las condiciones. Cuando voy a León, alguno todavía me para por la calle para darme las gracias.

-En 1985 recaló en Oviedo.

-Obtuve la plaza de comisario en Asturias y luego la de comisario principal. Un comandante que conocía me envió una carta en la que me decía que tenía que quedarme en la Policía. Nada más llegar a Asturias, salí en el periódico: «Pesca un enorme y raro pez». He intentado ser un compañero más. Hay que estar en la calle con el policía para conocer sus problemas, que son muchos. En alguna ocasión, cuando he ido a un sitio, me confundían con un policía más.

-Usted fue de los que hicieron la transición de la Policía militarizada al actual Cuerpo Nacional de Policía. ¿Fue costoso?

-No fue difícil, hubo que hacer el paso poco a poco. Otros sí tuvieron más problemas. Entendí perfectamente la filosofía del policía, que no era militar, aunque yo venía de otra formación.

-Ha dirigido la unidad de intervención, entre otros servicios.

-Hubo momentos difíciles, alteraciones del orden público, durante la reconversión industrial, pero con el ciudadano de Asturias se puede tratar. Nunca ha habido grandes incidentes, ha sido más el ruido que las nueces. Al final, después de las protestas, los policías terminábamos alternando con los manifestantes, tomando una copa y charlando. La gente en Asturias aprecia a los policías, lo que pasa es que cada uno defiende su puesto de trabajo como puede. Con el policía asturiano se puede trabajar. Y los integrantes de la unidad de intervención son grandes profesionales, que siempre sabrán resolver con calma cualquier problema que se presente.

-Como jefe de la brigada de seguridad ciudadana ha estado en primera línea.

-Es un servicio complejo, que reúne muchas unidades, desde el 091 hasta los guías caninos y los Tedax, la Policía del subsuelo, en su día la Policía de proximidad... Son servicios bonitos, de ayuda al ciudadano. El objetivo de que el ciudadano tenga tranquilidad cuando va por la calle lo hemos conseguido. Oviedo es una ciudad segura, como Gijón. No hay grandes incidentes ni robos.

-Hay muchos vecinos que echan de menos aquella Policía de proximidad.

-Yo es que soy más partidario de que el policía patrulle en moto. El contacto con el ciudadano era más directo. En algunos casos se llegó a crear tal confianza que la gente llamaba al policía a su propia casa para informarle de algún hecho delictivo. Pero pasó su etapa. Asturias, en comparación con otras regiones, dispone de medios suficientes. Y aquí no hemos sufrido los efectos de la crisis . Sí la notaremos dentro de unos años, cuando no haya tantas posibilidades de cambiar el material y los medios policiales.

-En 26 años le ha dado tiempo a convivir con muchos jefes provinciales. ¿Con quién se ha llevado mejor?

-He trabajado con todos muy a gusto. Tienes que obedecer al jefe, aunque de unos eres más amigo que de otros. Cada uno venía con su impronta. Juan Carretero era un buen policía, preocupado de los servicios, con su visión, que podía no coincidir con la mía, pero con quien trabajé con lealtad.

-¿Y con Baldomero Araujo, el actual jefe superior?

-Baldomero ocurre que es un amigo, aparte de mi jefe. Eso ya dice bastante.