Oviedo, L. Á. VEGA

Las modificaciones que plantea Tráfico en la circulación de las ciudades, obligando a circular a 30 kilómetros por hora en las calles de un único sentido o de un solo carril en cada sentido, impondrán una readaptación del sistema de tráfico de las principales ciudades asturianas y obligarán a modificaciones urbanísticas, como cambios en el pavimento y otros elementos, como la señalización, según manifestaron ayer expertos como Mario Arnaldo, de Automovilistas Asociados.

Los entendidos en seguridad vial no se ponen de acuerdo sobre las ventajas de las medidas que se están planteando. Es cierto que en las zonas donde ya se han impuesto las llamadas «zonas 30» se ha reducido el número de accidentes, señalan los expertos, pero algunos también temen que se ralentice el tráfico y se provoque el caos en unas ciudades muy saturadas de vehículos.

Otros consideran que puede ser una oportunidad para dejar el coche en casa y utilizar el transporte público. O también la bicicleta, puesto que otras medidas que se plantea Tráfico son que estos vehículos de dos ruedas puedan circular por el centro de la calzada o incluso por aceras de más de tres metros, una medida que no acaba de convencer a todo el mundo.

Mario Arnaldo sostiene que no se pueden ampliar las «zonas 30» de manera automática. «Es necesario que se habiliten de forma correcta. Es necesario realizar en primer lugar estudios de movilidad, de forma que el límite de 30 kilómetros no entorpezca la circulación. Un estudio singularizado, antes que una aplicación automática. Exige además determinadas modificaciones urbanísticas, como el establecimiento de una pavimentación especial, y una readaptación de la circulación en las ciudades. Ese límite de velocidad está contraindicado para arterias principales o para aquellas vías comerciales que precisan de un área de carga y descarga», señaló.

Arnaldo añadió que «el límite de 30 kilómetros tampoco está indicado para áreas con un volumen alto de peatones, porque, en ese caso, se precisaría establecer un área peatonal». E indicó que las «zonas 30» deben tener un mínimo de siete metros de anchura, con el fin de establecer unas adecuadas áreas de protección para peatones.

Para el presidente de Automovilistas Asociados, la ausencia de las premisas anteriores demuestra que «Tráfico busca simplemente establecer una nueva limitación genérica, y que su motivación es claramente recaudatoria». Según Arnaldo, en la mayoría de las «zonas 30» se coloca «un pavimento distinto, con otra rugosidad -suelen ser adoquines-, de forma que el conductor se ve automáticamente obligado a reducir la velocidad, al tiempo que es consciente de que ha entrado en una zona diferente». Además, la trama de la ciudad suele cambiar, «hay arbolitos y se señaliza perfectamente». Para Arnaldo, «los ayuntamientos han recibido la noticia de la modificación como si fuese el bálsamo de Fierabrás, la solución a todos sus problemas, pero que no se equivoquen». Y puso el ejemplo de zonas limitadas a 30 kilómetros por hora tan anchas que «incitan a circular por encima de esa velocidad».

Para Raimundo García Cuesta, de Accidentología Vial, «la experiencia muestra que la medida ha sido exitosa donde se ha aplicado». Este experto, policía local en el Ayuntamiento de Oviedo, opina que «circular a 50 kilómetros por hora es excesivo en cualquier calle de una ciudad, más si hay afluencia de peatones, puesto que no es posible reaccionar ante un imprevisto». Y esto sirve tanto para las calles de Oviedo como las de Luarca o Mieres, según García Cuesta.

Que la medida puede reducir el número de atropellos y la gravedad de éstos es evidente, según el experto. «Se trata de mecánica pura. En un impacto, a menor velocidad, menor intercambio de energía y lesiones menos graves», indicó. García Cuesta reconoció que al reducirse la velocidad se puede tardar más en los desplazamientos. «Pero puede generar un mayor uso del transporte público, con lo que se liberará capacidad de circulación», añadió. Para García Cuesta, hay que elegir entre seguridad e intensidad circulatoria de la vía.

Luis Antonio Olay Pichel, abogado experto en cuestiones de vialidad, indicó, por su parte, que el límite de 30 kilómetros por hora que se propone aprobar el Gobierno «puede generar más caos en la circulación». Para el letrado, el único problema que se plantea con el actual límite de 50 kilómetros por hora en las ciudades es «que no se respeta», motivo por el que los atropellos de peatones resultan en ocasiones tan graves. Las motivaciones de Tráfico y el Gobierno son «absolutamente recaudatorias», según este letrado.

En cuanto a la autorización a las bicicletas para que circulen por las aceras de más de tres metros, Olay Pichel también se mostró en contra. «Las bicicletas, a cierta velocidad, pueden causar un daño importante si impactan con peatones. No me parece lo más adecuado que puedan circular por las aceras», indicó el abogado.