Oviedo, Antonio LORCA

«No soy ni rojo, ni de ningún partido; soy un republicano que ha luchado por la libertad». Así respondía Manuel Fernández Arias -el ibiense (del pueblo de Marentes) que participó en la liberación de París durante la II Guerra Mundial, fallecido el lunes a los 91 años en una residencia de la Bretaña francesa- cuando le preguntaban por las razones que le llevaron a pasar nueve años de su vida de una batalla en otra. Una implicación que le motivó a participar en tres guerras diferentes: la Civil, en España; la colonial, en Túnez, y la II Guerra Mundial, junto a las tropas del general Leclerc, que liberaron París de los nazis.

A Manuel Fernández sólo una herida de guerra le impidió entrar junto a sus compañeros de la legendaria 9.ª Compañía de la 2.ª División Blindada de la Francia libre (conocida como «La Nueve» y formada por españoles) en París el 26 de agosto de 1944, el día del Desfile de la Victoria. «Guadalajara», «Don Quijote» o «Belchite» eran algunos de los nombres de los tanques que acompañaron a De Gaulle en su desfile triunfal. Fue la única gloria que el general concedió a unos soldados cuya labor fue después completamente olvidada.

Aunque trabajó, vivió y se casó en Francia, Manuel Fernández siguió sintiéndose toda la vida español y, sobre todo, asturiano. Regresaba cada vez que podía a la «madre patria», como él la llamaba. En Gijón conservaba una sobrina, a la que se sentía muy unido y a quien visitaba cada vez que tenía oportunidad. De hecho, este verano tenía previsto viajar a Asturias. «Unos días antes de su muerte me decía que quería volver en el mes de junio. Quería ir a Marentes para dar una conferencia en un colegio», informa Evelyn Mesquida, la autora de «La Nueve. Los españoles que liberaron París», un libro en el que se recoge el testimonio de Manuel y otros supervivientes de aquella mítica compañía. Un homenaje en el que la escritora alicantina, residente en París, pretende devolver a estos hombres el lugar que les corresponde en la historia de Francia.

Ahora, tras la muerte de Manuel, ya sólo quedan vivos Rafael Gómez y Luis Royo. Los tres fueron condecorados hace un año por el Ayuntamiento de París con la Gran Medalla de Vermail.

De entre los muchos honores que le concedieron a lo largo de su vida (fue condecorado por De Gaulle, por Leclerc y hasta por el Ejército americano), Manuel siempre confesó que lo que más ilusión le hizo fue ser reivindicado en su tierra. Cuando le entregaron la medalla de plata del Principado en 2004 declaró, emocionado: «Esto es un regalo del cielo que no sé por qué me dan. Yo siempre soñé con la libertad para Asturias y ahora hay libertad». Una patria y unas ideas de las que no se separó ni en el momento de su muerte. Manuel fue enterrado envuelto en la enseña republicana y acompañado por una bandera asturiana. Le fueron rendidos honores militares y la Alcaldía de París envió una gran corona de flores. Su legado, la libertad como un valor irrenunciable: «Me fui a la guerra por mis ideas, por la libertad. Nunca he militado en ningún partido, pero creo en la libertad. Por eso fui al frente y volvería a hacerlo hoy».