«Me pongo de pie, me vuelvo a sentar..., porque a los oficios vamos a jugar». Teresa Rabal, esa es la música de la precampaña del candidato Fernández. El socialista no sólo recorre Asturias de punta a punta, sino que también parece estar llevando a cabo un estudio pormenorizado de la realidad laboral de la región desde sus más diversas ópticas. Lo mismo se le ve en una explotación ganadera acariciando a un tierno ternero que en lo alto de la torre de un astillero calculando las dimensiones de su barco electoral. Hay que pelear los votos pueblo a pueblo, y en ello está el ingeniero de minas. Dada su cualificación profesional, no debería extrañarnos que dentro de poco le viéramos bajando a algún pozo, quizás en el occidente antracitero de Asturias (al parecer los votos están más caros en las alas, por aquello del «efecto Cascos»). Mientras llega ese momento, Fernández seguirá cruzando Asturias con Teresa Rabal a tope en la radio del coche. Eso sí, sin pasar de 110 en ningún momento. Mientras el Gobierno de Areces queda estupefacto ante su primer caso de corrupción, Fernández pone al mal tiempo buena cara y se deja ver probando pan de Taramundi o un culete de sidra en una explotación de agricultura ecológica de Sariego. No sabe na el candidato.