«Reivindico mi inocencia respecto a todas las acusaciones de los supuestos delitos que se me imputan, sin concreción alguna de los hechos, y niego haber recibido nunca ingreso alguno ajeno a los declarados fiscalmente». A mediodía de ayer, cuando no habían pasado ni 24 horas desde su salida de la cárcel de Villabona, tras el abono de una fianza de 100.000 euros, José Luis Iglesias Riopedre compareció en Oviedo para dar lectura a un comunicado en el que, con voz firme y sin admitir preguntas, defendió con rotundidad su trayectoria política y personal, negando tajantemente el haber utilizado los cargos públicos en beneficio propio. Sí que reconoció el ex consejero que, «al igual que otros padres» quiso «ayudar» a su hijo a «salir adelante en difíciles circunstancias». Sin embargo, precisó que «todo lo que hice para apoyarle ha sido sin ningún tipo de contraprestación a favor por mi parte». De esta forma, Riopedre, que presenta un buen aspecto físico, rechazaba el haber intermediado para que administraciones públicas o empresas adjudicasen proyectos a la firma de estudios geológicos propiedad de su hijo.

Tras pasar 41 días en la cárcel acusado de participar en una trama de contrataciones irregulares en el Principado, la comparecencia del ex consejero de Educación, que se considera «condenado socialmente» en «un juicio paralelo», despertó una inusitada expectación mediática. La cita para la lectura del comunicado se fijó a las doce en punto del mediodía, en la parrilla La Barrica de Roble, situada en la calle peatonal Julio González Pola, en Oviedo. Se trata del establecimiento en el que todos los miércoles se reúne la tertulia en la que solía participar el ex consejero y cuyos integrantes conformaron la plataforma que consiguió reunir los 100.000 euros de la fianza.

Acompañado por su esposa, Teresa González, Riopedre llegó a una calle cercana a bordo de un vehículo de color blanco y cubrió a pie medio centenar de metros hasta llegar a La Barrica de Roble. Arturo Verano, el que fuera director de Recursos Humanos de la Consejería, fue el primero en acercarse a la pareja, arropada en el acto por una decena de amigos, alguno de los cuales apenas pudo contener las lágrimas.

Aparentemente tranquilo, ya en el comedor del establecimiento, Riopedre, sentado al lado de su esposa y entre dos integrantes de la plataforma de apoyo, comenzó su intervención con un «recuerdo» para María Jesús Otero, quien, al igual que la funcionaria Marta Renedo, sigue en la cárcel de Villabona por este caso. «Espero y deseo que pronto se encuentre en la libertad que se merece», señaló en referencia a su «número dos» en Educación. A partir de ahí, y después de advertir que, aconsejado por sus abogados, no iba a intercambiar opiniones con los periodistas, comenzó la lectura el comunicado, redactado durante sus últimos días en prisión. Tras unas palabras de agradecimiento a su familia y a «todas las personas que me han ayudado a depositar la fianza», el ex consejero aseguró que todavía no sabe «en concreto» de lo que se le acusa y se centró en reivindicar su inocencia: «Afirmo rotundamente que he actuado siempre con honestidad en mis responsabilidades de gobierno y también en cuantas ocasiones he tenido, desde mi compromiso político, de luchar por valores inherentes a un Estado de derecho, entre los que se encuentra una justicia independiente, rigurosa, que se administre con serenidad y respete los derechos constitucionales de todas las personas», subrayó.

Riopedre se mostró convencido de que cuando se formulen los cargos podrá demostrar que «todo lo que he hecho no es constitutivo de delito y que, por tanto, soy inocente». Y ahí fue donde introdujo la teoría del juicio paralelo: «Todo lo sucedido hasta ahora, desde la forma de detención, el ingreso en prisión y el secreto del sumario, alterado por continuas filtraciones parciales, ha conducido a un juicio paralelo en el que he sido condenado socialmente, sin posibilidad alguna de defenderme», señaló. A partir de ahora, según propia confesión, no tendrá «más objetivo» en la vida que «el de reivindicar mi trayectoria, mi honradez y mi dignidad, para que mi familia y los que creen en mí puedan sentirse orgullosos de haber compartido ideales y vida conmigo».

El ex consejero, que tendrá que presentase dos veces al mes en el Juzgado, acabó pidiendo respeto para su privacidad. Después, «ya relajado», según sus allegados, compartió el aperitivo y el almuerzo con su esposa y con los amigos que lo ayudaron a salir de la cárcel.