Los universitarios se despertaron ayer con resaca de la manifestación del miércoles «en defensa de la Universidad pública». «Estamos contentos», afirma uno de sus portavoces, «porque parece que nos han escuchado». Pero ellos no han sido los únicos en ver lo positivo de su movilización. Tras la marcha que recorrió el centro de Oviedo, varios profesores de la institución académica asturiana han mostrado su apoyo a las peticiones y exigencias de los estudiantes. Sobre todo, a aquellas relacionadas con la calidad en la formación y con la necesidad de dotar de más recursos a la educación superior. Algo que, a la vista de sus opiniones, parece básico para que la Universidad de Oviedo avance en buena forma en su adaptación al Espacio Europeo.

«Es normal que los alumnos se preocupen por el futuro de este proceso», reconoce el catedrático de Ingeniería Química Julio Bueno de las Heras, «yo también lo estoy. Si la adaptación al modelo europeo a través del "plan Bolonia" es discutible, aún lo es más en un contexto de penurias económicas». «Los estudiantes son más radicales que nosotros, los profesores, y protestan cuando no reciben la enseñanza de calidad que se les ha vendido», añade Bueno antes de afirmar: «Por muy buena voluntad que se ponga, si no hay medios todo lo que tiene Bolonia de bueno se va al carajo, y queda en palabritas». Para el catedrático, la manifestación de ayer fue «auténtica, por lo que tiene de universitaria, fresca y limpia, sin consignas».

Desde el punto de vista de la catedrática de Derecho Internacional Paz Andrés, «los estudiantes nos han dado una lección a todos». Ante la situación denunciada el miércoles por los universitarios, la profesora destaca «el acierto en la formulación del objetivo de la movilización: pedir una Universidad pública y de calidad es reivindicar la esencia de la Universidad en una sociedad democrática».

De cara a las reflexiones que puedan sacarse de la movilización estudiantil, la más numerosa de los últimos años, Andrés destaca que los estudiantes «enumeran problemas reales que afectan al sistema universitario asturiano, planteados con claridad y responsabilidad». «La seriedad con la que han organizado la movilización, y su seguimiento por un elevado número de personas, debe mover a reflexión a las autoridades universitarias y a los poderes públicos», añade. «Es una llamada de atención muy importante contra la resignación entregada de unos y la preterición practicada por otros».

Aunque los estudiantes son quienes primero han salido a la calle para denunciar «los males de Bolonia», causados en muchos casos por los recortes en el presupuesto de las Universidades, el nuevo modelo afecta en igual medida a los docentes. Aunque algunos, como el profesor de Física Javier Cuevas, señalan que el Espacio Europeo ha traído una estructura de las carreras «más próxima a la realidad actual, aunque los medios disponibles no sean del todo adecuados», otros como el profesor de Psicología Ignacio Loy acompañan a los estudiantes en su denuncia sobre la «degradación» de la enseñanza.

«Todo lo que se había dicho sobre lo positivo que podía tener este sistema no se está cumpliendo», sentencia Loy, que acompañó a los estudiantes en la manifestación: «Los alumnos tienen cada vez más clases, y a los profesores se les exige una mayor dedicación docente y cumplir con tareas burocráticas que se multiplican». Sobre el nuevo reglamento de permanencia, denunciado por su «dureza», el psicólogo asegura que «sólo perjudica a las clases menos favorecidas».

La profesora de Pedagogía Aquilina Fueyo va un poco más allá, y califica de «draconiana» la situación universitaria actual. «La responsabilidad es tanto del Rectorado, que a veces parece no tener clara cuál debe ser su prioridad, como de la Consejería, por su falta de financiación», afirma. Algo que, en su opinión, conlleva «que los estudiantes no perciban en las aulas la tan vendida excelencia». La manifestación del miércoles marca, para ella, «un cambio de tendencia sobre cómo los alumnos viven la Universidad». «Defienden la pluralidad, tienen las cosas claras: son la sociedad a la que decimos que servimos».