Se ha acabado, al menos así lo transmiten las dos afectadas, el mal rollito entre los departamentos que dirigen las ministras Ángeles González Sinde, de Cultura, y Trinidad Jiménez, de Exteriores, por el diseño de las acciones culturales que lleva a cabo España en otros países. Ambas dirigían las riendas del mismo caballo y, claro, el potro, confuso, soltaba alguna que otra coz. Es obvio: tan malo es no tener dirección como tener varias que no coinciden y te abocan a la anomia. Eso le pasaba a la promoción cultural de España en el exterior, la que se desarrolla a través del Instituto Cervantes, en exposiciones universales, con préstamos de obras para muestras internacionales o con la organización de actos conmemorativos de hitos nacionales.

Para acabar con esta disonancia, Cultura y Exteriores se han puesto de acuerdo y han creado un organismo: Acción Cultural Española, un ente llamado a dirigir esas labores de promoción exterior. Pues bien, tal debe ser la tensión entre departamentos que no se les ha ocurrido mejor idea que bautizarlo con un acrónimo que recuerda al del grupo australiano «AC/DC» y que en el argot eléctrico internacional se traduce como «corriente continua y corriente alterna». Ahí encima tienen los dos para juzgar. El anagrama del grupo heavy y el del ente administrativo, un invento que, seguramente, el presidente del PP asturiano, Ovidio Sánchez, definiría de forma lacónica como «otro chiringuito», aunque ahora sin el apellido, «arecista». Es que los viejos rockeros nunca mueren. Aquí viene un riff de Angus Young y una mano cornuda.