Oviedo, L. Á. VEGA

Las conversaciones grabadas a Alfonso Carlos Sánchez, gerente de Almacenes Pumarín, revelan una intensa búsqueda de relaciones con políticos y altos funcionarios para amarrar contrataciones en un mercado cada vez más exiguo por los recortes presupuestarios y la competencia feroz. Sánchez, que recibió el pasado 26 de noviembre el premio del Centro Asturiano al empresario del siglo XXI, se relaciona con un número muy extenso de personas y nombres muy conocidos, a juzgar por el sumario.

Una de esas personas, con la que queda varias veces a comer, es el secretario general del PSOE de Gijón y concejal de Festejos, José Manuel Sariego. Un tal «Lili», al que la Policía relaciona con el Ayuntamiento de Mieres, le dice en cierta conversación que «Sariego le puede echar una mano con Jaime Rabanal», consejero de Economía y Hacienda, sin especificar qué asunto. «Lili» resulta ser un contacto providencial, a través del que puede obtenerse un contrato para el equipamiento de un parque infantil en Mieres. Juntos quedan en verse con el médico Juan Ortiz, que lleva las contrataciones de equipamientos para el Hospital Universitario Central de Asturias, «muy vinculado al SOMA, de toda la vida». «Lili» también acudirá, según las grabaciones, a comer con Sánchez y Sariego a Casa Rubiera, una conocida sidrería gijonesa. En paralelo, Sánchez anda buscando unas entradas para ver al Madrid que le ha pedido «Lili». Cuando Sánchez le urge sobre el contrato de Mieres, «Lili» le dice que se espere, «que luego hay que negociar con el Ayuntamiento».

A lo largo de las conversaciones, las últimas de las cuales se producen en noviembre, Sánchez va revelando con quién se reúne. Por ejemplo, queda con Javier Uría, director general de Patrimonio de la Consejería de Economía, o habla con Hilario López, subdirector de la Politécnica de Gijón, quien le agradece el regalo de unos libros.

Las relaciones son más fluidas con un tal Luciano de la Consejería de Economía (que también habla con Víctor Manuel Muñiz, de Igrafo), quien le informa de que, respecto al encuentro con determinada persona, «no se atreve demasiado, sobre todo ahora, a andar alrededor de empresas». Este mismo funcionario le señala que «tiene que hablar con las del Instituto de la Mujer», porque no sabe si van a poder utilizarlo (sin especificar el qué) y «tendrá que hablar María José Ramos con Rabanal para las excepciones que hay». También hablan de proyectos para la Laboral.

En este punto, la Policía consideró oportuno mantener las escuchas, en la creencia de la que intervención cumple «sus objetivos de obtener evidencias de los tratos de favor hacia Almacenes Pumarín por personas con cargos en distintas administraciones públicas».

En algunas conversaciones, Sánchez, al que aún no han premiado como empresario del siglo XXI, se debate entre graves dificultades económicas que le hacen plantearse una reducción de personal. La competencia con Igrafo parece feroz. Sánchez se refiere a Muñiz, de Igrafo, en como «el Pajarita». En estas condiciones la compañía trata de expandirse. Un socio le dice a Sánchez cómo debe comportarse uno de sus colaboradores en una reunión en Madrid: «Si es amigo, le puede preguntar si es del partido, a ver si conoce a gente del PSOE o les puede poner en contacto con alguno de ellos». Sánchez busca ese contacto. En una conversación con un colaborado, hablan de «el Quintas, que es amigo de María Luisa Carcedo y que tiene ascendencia (sic) con Javier Fernández». Pero aclaran que, según uno de sus conocidos, Fernández no lo puede ver.

La mayor presión se traduce en contratos menores para el Ministerio de Defensa, donde dicen tener contactos con un general, con ayuntamientos como el San Sebastián de los Reyes o Madrid, o instituciones como el INEF. En un momento dado, Sánchez y uno de sus comerciales en Madrid, bromean: «El rollo de que no hay dinero no me lo creo». También se mueven por Sevilla, donde hay «un chico del partido que se llama Alberto para mover esa zona». En la medida de lo posible, el imputado del «caso Marea» evita dar muchos detalles sobre los proyectos que se trae entre manos, lo que hace difícil seguir las conversaciones.

En Asturias el asunto parece habérseles puesto cuesta arriba, aunque Sánchez asegura que, en el Ayuntamiento de Oviedo, «la concejala de Deportes, si gana Gabino otra vez, va a ir a por la concejalía de Asuntos Sociales, y ahí voy a tener una entrada de la hostia (sic)».

Unas semanas antes de ser detenido, tiene una conversación sobre «las cestas» que hay que enviar por Navidad. En otro pasaje de las escuchas, llama a un tal Román, relacionado con el Ayuntamiento de Avilés, para medie ante el jefe de la Policía Local, Eloy Benito Calzón, y le levante una multa a uno de sus colaboradores, que ha perdido todos los puntos del carné y se ve en la tesitura de contratar un chófer. También en Avilés, hay varias alusiones a «Natalio y lo del Niemeyer». A este mismo Natalio, le busca unas entradas para ver un partido del Villarreal.

En Ribera de Arriba, APSA lo tiene crudo. «Por culpa de Manolo Murais, que no le dio una comisión al amigo del Alcalde, a APSA no nos pueden ver», dice el empresario. Con un poco de sorna, Alfonso Carlos Sánchez asegura a un interlocutor: «Sobran ministerios, sobran consejerías, sobran ayuntamientos... sobra todo».